La palabra recordar proviene del latín recordari que significa “volver a pasar por el corazón”. Es una operación inherente que proviene desde los afectos. Se recuerda para hacer presente. Sin embargo, el ejercicio de memoria siempre es inacabado, deviene de la tensión entre el recordar y el olvidar, de posiciones encontradas y de posibles acuerdos para narrar un recuerdo. Por lo tanto, para activar la memoria se requiere de un ámbito espacial de referencia: los monumentos, los sitios de memoria, el cine o, en este caso, los archivos.
Citando a Katherine Hite (2016), los lugares de memoria configuran un adentro y un afuera, delinean bordes de acción y construyen fronteras entre las prácticas producidas dentro de los espacios y las prácticas que trascienden esos ámbitos, donde se habilitan nuevos imaginarios y sentidos en la traza de la memoria social.
En este 2023 en el que se cumplen 50 años desde que el odio se impuso con terror y violencia, se hace imperioso anclar esas memorias resignificando la relación entre pasado, presente y futuro. Y en esa línea, “hacer” memoria no es solo una operación subjetiva o simbólica, sino que debe territorializarse.
Es aquí donde los archivos patrimoniales juegan un rol esencial en la construcción de las memorias colectivas porque otorgan una visualidad del pasado que contrastamos con nuestra propia realidad. No solo son una prueba jurídica, sino que además nos permiten reinterpretar el imaginario de lo oculto, de lo que se sabía pero que al mismo tiempo no se reconocía.
De esta forma, la misión del Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile es justamente facilitar ese puente entre el ayer y hoy, poniendo a disposición, de todas y todos, el acervo histórico de una de las instituciones públicas más importantes del país.
Ninoshka Piagneri Maturana
Coordinadora Archivo Patrimonial USACH
Coordinadora general Programa de Conmemoración de los 50 años del golpe de Estado USACH