Colo Colo ha sido el mejor equipo del torneo, sin duda alguna. Lo demuestran las cifras, pero también el análisis más fino, futbolero, línea por línea, hombre por hombre. Incluso la salida de uno de sus mejores jugadores, Pablo Solari, no mermó la distancia que los albos tienen con sus perseguidores.
Otra discusión será que los equipos chilenos no logran zafar del nudo en el concierto internacional. Ese déficit es de Colo Colo y de todos los demás. Pero los méritos para esta inminente corona son variados: el equipo que más ha ganado, el que más goles ha convertido, el menos derrotado y sobre todo el que tiene un fondo futbolístico que refleja identidad: presión alta, sobre todo los primeros minutos de cada tiempo, juego por banda, ya sea con laterales y extremos, mitad de la cancha con buen pie y un arquero que responde en los momentos de urgencia.
Colo Colo no es campeón desde el 2017, un lustro. El período más extenso en que los albos no levantaron un trofeo fueron siete años. Desde 1963 a 1970 y desde 1972 a 1979. Si bien no da para sequía, para un equipo habitualmente acostumbrado a las vueltas olímpicas es bastante tiempo.
Los escoltas, Curicó y Ñublense, han hecho un torneo fabuloso, con perspectivas de clasificación a Copas Internacionales, pero están lejos de pelear un título que no era su objetivo inicial. Ambos han aumentado sus expectativas, pero disputar la corona les queda demasiado lejos.
El equipo de Quinteros puede ser campeón en esta fecha. Si no lo consigue, le quedarían tres opciones más. Todo indica que es un asunto de tiempo para que sean campeones. Y merecidos.