Habrá tiempo para analizar detenidamente la ruta clasificatoria a Catar. El tiempo dirá si ese análisis se realizará desde la vereda del testigo que verá el certamen a distancia o cómo parte del selecto grupo que clasificará a la máxima cita. Independiente de eso, es menester poner la pelota al piso y evaluar lo que se hizo bien, lo que se hizo y mal y, sobre todo, tomar decisiones claras respecto a un plan futuro.
Habrá tiempo para eso.
Pertenezco a una generación que vio a Chile más afuera que dentro de un Mundial. Esta generación de jugadores, la llamada generación dorada, nos acostumbró a otra cosa. Nos llevó a creer en los milagros aunque no elevemos plegarias. El tiempo pondrá a este grupo en un sitio reservado para nombres mayúsculos. Porque fueron terceros en un Mundial Juvenil, porque clasificaron a dos mundiales consecutivos, porque ganaron dos Copa América en menos de un año, porque jugaron una final de Copa Confederaciones, porque instalaron a la Roja en el firmamento de los equipos respetados en el orbe. Porque nos enseñaron a creer. Por eso les exigimos tanto, porque sabemos que pueden dar hasta la última gota. Quizás sea injusto, pero ocurre en variadas disciplinas: esperamos más de los y las mejores.
Pese a estas bondades, el análisis desmesurado a ratos exige sin considerar importantes condicionantes: los años transcurridos y la reducción del plantel.
No es que el recambio o la renovación no exista sino que es diferente, menos calificada tal vez, pero relevante. Los últimos dos partidos clasificatorios, una derrota y una victoria, nos enseña que hay nombres que ya están para dar un brinco mayor. Brayan Cortés respondió con prestancia. Paulo Díaz debería tener un espacio en un once titular, Gabriel Suazo creció como futbolista, Marcelino Núñez ya está para pelearla, Ben Brereton debería ser uno de los líderes de la próxima clasificatoria. Incluso algunos actores de reparto mostraron vigor, como Montecinos, Baeza, Galdames, Parra. Compararlos con Bravo, Medel, Isla, Aránguiz, Vidal, Alexis es injusto para ellos, como es injusto para todos, porque el parámetro son los mejores de la historia.
Chile tiene pocas chances de clasificar al Mundial. Pero tiene. Y eso es debido a una mezcla de jugadores que entendieron que el futuro es hoy y no queda otra que responder a las expectativas. Y porque la generación dorada puede jugar bien o mal, puede clasificar o quedar eliminados, puede tener su último baile en el Mundial o quedar al margen. Pero la va a pelear. Porque son ultra competitivos. Y porque Alexis demostró ante Bolivia, con una actuación conmovedora, que se puede pelear hasta las últimas dos fechas. Chile ha sacado ocho puntos de visita. En una clasificatoria normal estaría dentro, pero se perdieron demasiados puntos de local.
Es un asunto del destino. Es una esperanza en el milagro. Y cuando destino y milagro se fusionan en la misma frase, sólo cosas buenas van a pasar. Tarde o temprano.