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Columna de Opinión

Innovación, emprendimiento y responsabilidad social

Waldo Quiroz Venegas, director del programa de Magíster en Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, coordinador del eje de Armonización Curricular del Consorcio Science Up.

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  • Diario Usach

  • Miércoles 22 de diciembre de 2021 - 14:55

  • Tecnopymes.cl

Socialmente se tiende a establecer una tensión entre el innovador, el emprendedor y la responsabilidad social que debería presentar como actitud, todo profesional que se inserta en la sociedad. El concepto tensionante es el lucro, el cual es perseguido de forma supuestamente egoísta por el emprendedor o el innovador y es rechazado por ser supuestamente distorsionante para el obrar altruista.

En un marco de ética profesional, innovar y emprender con responsabilidad social, no solo es posible, sino que necesario. Es posible por cuanto la innovación no involucra solamente bienes tangibles o comercializables en el mercado. También tenemos la innovación de tipo social, innovar en nuevos o mejores métodos, técnicas o políticas que permitan optimizar sistemas o procesos sociales tales como los del ámbito educativo, instituciones públicas, intervenciones territoriales, etc. Demás está decir que nos urge como país el innovar o emprender en el ámbito político o educativo para responder a las crecientes demandas sociales de los últimos años y no podemos clasificar necesariamente este tipo de necesidad solo en el ámbito del comercio o del patentamiento.

Ahora bien, reduciendo el concepto de innovación y emprendimiento sólo a ámbitos tradicionales de base científica y tecnológica del tipo patentable o comercializable, el lucro no puede separarse de la responsabilidad social tampoco. En efecto, el innovador o el emprendedor debe transformarse en un servidor de la sociedad para ofrecer bienes o servicios que respondan a esta. El innovador o el emprendedor del tipo comercial no podrá lucrar si no sirve al prójimo con bienes o servicios que resuelvan problemas, que optimicen procesos, que mejoren la productividad de la sociedad. El innovador o el emprendedor exitoso conseguirá su éxito en la medida en que la sociedad valore sus productos, es decir, que le mejore la calidad de vida de las personas que la componen y que estén dispuestos a pagarlos.

El innovador o el emprendedor exitoso debe formarse, por lo tanto, para transformarse en un benefactor social. El innovador no solo debe preocuparse por generar nuevos bienes y servicios pensando solo en enriquecerse. Debe preocuparse de las necesidades sociales que se conectan con sus creaciones o productos, como también del acceso que tenga la sociedad a los bienes o servicios que está ofreciendo. El intercambio comercial en la cual participe el innovador o el emprendedor se debe entender como una relación de reciprocidad en donde ambos ganan. El emprendedor gana una retribución económica y la sociedad gana una mayor calidad de vida. La sociedad, además podría ganar nuevos o mejores empleos, como también, mayores recursos para el país.

Las distintas dimensiones de la innovación y el emprendimiento tienen implicancia filosóficas, sociales, económicas, políticas y ciertamente disciplinares. La formación curricular en estas áreas es, por lo tanto, indispensable para aumentar la masa crítica de profesionales en estas áreas.