Sebastián Miranda asumió a regañadientes el cargo de entrenador titular de la Universidad de Chile. No porque no quisiera. Menos por sentirse poco calificado. No quería porque lo suyo iba por otro carril, por trabajar en el fútbol formativo y desde ahí aportar a una labor clave que todo club necesita.
Pese a su juventud (42 años), el exjugador formado en la Unión Española tiene una dilatada trayectoria como entrenador de inferiores, ayudante de campo, con pasadas incluidas en la selección chilena.
Pero había otra razón que a Miranda le generaba ruido. La poca claridad demostrada por la directiva de Azul Azul respecto a cómo encabezar uno de los clubes más grandes del fútbol chileno. Decisiones erráticas, políticas pocos claras, convicciones blandas.
No era un buen escenario para nadie, sumado a la tormenta deportiva. Miranda tomó el testimonio cuando la U estaba a un punto de la zona de descenso. Las pocas unidades que los azules tenían se sustentaban en buena medida en el primer interinato de Miranda, donde fue inexplicablemente reemplazado por Diego López.
¿Hizo muchos cambios Miranda para subir el rendimiento de la U? Sí y no. En nombres propios, no tanto, aunque sumó un par de nombres claves. La recuperación de Nery Domínguez y de Luis Casanova le permitió formar una dupla de zagueros fuerte, rasgo que el equipo no había tenido en toda la temporada.
Su recuperación significó incorporar auténticos refuerzos. Ordenó el planteamiento, se cobijó en una seguridad defensiva y en ser más eficiente en el ataque. Universidad de Chile es un equipo que no se genera demasiadas ocasiones de gol. Aprovecharlas podía marcar una diferencia.
El crecimiento de Darío Osorio y Lucas Assadi son una buena noticia para la institución. Y de a poco el equipo empezó a sumar porque jugó mejor. El discurso del ganar como sea fue reemplazado por el jugar mejor, ir partido a partido, enfocarse en el rival venidero, ajustar las líneas y sostener un soporte colectivo.
La U está a punto de salvarse matemáticamente del descenso y se metió en semifinales de la Copa Chile, algo impensable hace un mes.
Hoy los dirigentes de Azul Azul, los mismos que dijeron que no había técnicos chilenos calificados para dirigir a la U, dicen que Sebastián Miranda tiene las competencias paran encabezar un proceso el 2023.
Más allá del halago, esos cambios de criterio son los que hacían dudar a Sebastián Miranda y a cualquier DT serio. Porque las confusiones de Universidad de Chile no están sólo dentro de la cancha. La mayoría están afuera. Y no es labor de un entrenador solucionarlas.