Cuando termine este mes sabremos si Chile clasificó al Mundial de Catar, si deberá disputar la última plaza a través del repechaje o se mirará el torneo por la TV. Al finalizar marzo sabremos si Martín Lasarte continuará al frente del combinado nacional o si empezará el casting de nombres, desde los exóticos hasta los obvios, para buscar al nuevo entrenador nacional. Lo único claro, cuando termine marzo, es que la mejor generación de futbolistas chilenos de todos los tiempos habrá jugado su última clasificatoria. Puede ser que alguno de ellos alcance a aparecer en la siguiente, pero como grupo conjunto, como generación completa, estamos en presencia del último baile de una dinastía irrepetible.
Está claro que, clasificando al Mundial, jugando repechaje o eliminados, la selección chilena ya comenzó el inevitable (y saludable) camino de la renovación del plantel. Los nombres de Ben Brereton, Marcelino Núñez, Paulo Díaz, Benjamín Kuscevic, Gabriel Suazo, Tomás Alarcón, Pablo Galdames, Joaquín Montecinos, y varios más, ya sumaron nominaciones, minutos, goles, más o menos protagonismo.
Con el resultado encima de la mesa se evaluará y se tomarán decisiones. Pero hay algunos puntos que deben ser considerados, más allá del guarismo puntual, por importante que sea. Un error manifiesto sería pensar que si se logra la clasificación se hizo todo bien, tan errado como tirar todo por la borda si se queda al margen. Durante un largo período la selección vivió un período de tensión entre una dirigencia y un cuerpo técnico, el de Reinaldo Rueda, que se traspasó al terreno, a la cancha y a la planificación. Fueron varios los partidos, fechas claves, en que el colombiano transitaba por la cornisa, comandado por una dirigencia que lo único que quería era cambiar al entrenador.
Las clasificatorias han sido irregulares para todos. Rueda se fue a Colombia y no le fue mucho mejor, pese a tener un plantel que por nombres propios atemoriza. Uruguay creció tras la salida del histórico Maestro Tabarez, porque venía de tumbo en tumbo. Ecuador lleva varias semanas a punto de clasificar y no lo cierra aún. Perú ha logrado meterse en la pelea merced a triunfos importantes como visita, pero de local le ha costado. Una de las razones por las que Chile aún tiene opciones, pocas pero tiene, ha sido el irregular tránsito de todos, con excepción de Brasil y Argentina que clasifican caminando. Siempre.
El 24 de marzo Chile juega contra Brasil en Maracaná. Exigir un resultado es imposible. El 29 contra Uruguay, en un duelo donde ambos se jugarán su última opción, sea escasa o presente. A partir del 30 hay que pensar que hacer con la selección, en un año electoral en la ANFP. Con la cabeza fría, con la distancia adecuada, pensando en lo que tenemos y lo que se pretende conseguir.