Existe desde hace tiempo conciencia respecto a que Chile exhibe un alto grado de centralismo, que va más allá del sector público, y que asfixia gravemente el desarrollo y el futuro del país y en particular de sus regiones y comunas australes.
En relación con el tamaño de su población, su territorio y su economía, Chile es el país más centralizado de la OCDE, circunstancia que pone un techo a sus perspectivas futuras de alcanzar un auténtico desarrollo. Ejemplo de lo anterior es que Chile se encuentra entre los países de la OCDE que tienen menor poder de decisión sobre la ejecución de los recursos públicos desde sus niveles locales y regionales. De acuerdo con información de la OCDE sobre el gasto subnacional (municipios más gobiernos regionales o equivalentes), Chile (14,9%) se encuentra entre los países con menor nivel de gasto y lejos del promedio de la OCDE (28,8%).
El desarrollo integral de nuestro territorio nacional presenta falencias significativas toda vez que los extremos de este -a pesar de múltiples esfuerzos llevados por diferentes gobiernos desde hace décadas- no logran revertir el histórico proceso centralista que nos caracteriza. Nuestra atención no se ha enfocado en la desmembrada geografía de la zona austral, la que se ha expresado en los últimos años a través de sus ciudadanos quienes han reclamado mejoras en su calidad de vida y sus condiciones de existencia. Consideramos que siendo una Universidad Pública nos cabe la responsabilidad de proponer soluciones a este tipo de situaciones.
Desarrollar la Patagonia Chilena -con su reducida población- la cual ejerce soberanía en condiciones climáticas extremas es una prioridad manifestada reiteradamente por este y otros gobiernos en sus campañas electorales. Una de las herramientas principales consiste en mejorar la deficiente conectividad tanto de pasajeros como de carga con el resto del país.
Sin embargo, a partir de un cierto punto geográfico, los fiordos, canales y hielos patagónicos son un impedimento difícil de superar y la conexión vial está obligada a continuar por territorio extranjero con las inconveniencias que ello conlleva. Esta situación es debida en gran parte al hecho que la conectividad marítima -complementaria de la conectividad terrestre- no está a la altura de las nuevas carreteras, pues las naves que cubren los tramos marítimos, aún las más nuevas, son de tecnología obsoleta hace muchos años en países desarrollados.
Paradojalmente Chile tiene el 5° mayor borde costero del mundo, con 78.583 kilómetros lineales: supera al continente australiano, es 3 veces mayor que el brasileño, 10 veces mayor que el argentino y 23 veces mayor que el peruano. De este total, el 90% se encuentra al Sur de Puerto Montt, el cual no se ha desarrollado apropiadamente para facilitar la conectividad de sus habitantes presentes y futuros.
Así tenemos que del lugar geográficos donde nacen, crecen, viven y trabajan muchos chilenos, depende en buena medida su calidad de vida y no tanto de sus capacidades y esfuerzo. El acceso y calidad a servicios de atención pública es deficitaria, ello refleja solo alguna de las consecuencias de los problemas de conectividad que tiene ese sector del país.
El acceso a servicios de salud, de educación, de bienestar social, entre otros, muchas veces depende de la visita que realicen trabajadores del sector público y voluntarios, quedando a la deriva las posibilidades de resolver problemáticas –incluso de carácter urgente- en el aquí y ahora, además impide que la totalidad de los residentes de aquellas regiones –no olvidemos que ejercen soberanía- puedan acudir a servicios estatales de manera espontánea, utilizando sus medios de transporte. Lo anterior refleja una diferencia cualitativa si lo comparamos con zonas del centro del país.
El problema específico se remite a las aspiraciones y demandas de desarrollo e integración de las regiones australes de Chile, que ponen en el tapete de manera cada día más creciente el problema de la conectividad, tanto en lo relativo a tecnologías de la información y las comunicaciones como en lo concerniente al transporte de carga y de pasajeros.
Se requiere introducir una innovación en el ámbito de la conectividad terrestre-marítima en las regiones de Magallanes, Aysén y Los Lagos, en la perspectiva de afianzar los procesos de integración y desarrollo de la Zona Austral de Chile y la Patagonia en general.