¿Qué tanto hablamos de ruralidad de cara a las presidenciales de 2021? Increíblemente, el debate público presidencial se acotó a la agenda agrícola en un encuentro anual que organizan las empresas del sector. Peor, poco se discutió sobre el diverso rostro de los problemas rurales y mucho se habló de “violencia rural”, como si la única preocupación de estos sectores respondiera al eje de orden y seguridad pública.
Poco se hizo y poco se habló, borramos las zonas rurales del mapa. Y hoy, sin embargo, estos territorios parecen darnos algunas lecciones de la importancia de incluirlos para sumarlos a un amplio frente de transformación democrática.
Aunque el grito rural se hizo sentir en las votaciones de abril de este año (convencionales, municipales y gobernaciones regionales), los resultados de las zonas rurales en estas últimas elecciones son preocupantes. Al desagregar y comparar la participación electoral según tipo de comuna, se observa que los territorios rurales registraron menores niveles de participación que sus pares: 42% de participación promedio en comunas rurales, 46% en zonas mixtas y 49% en sectores urbanos.
La participación rural en estos comicios, por otro lado, estuvo especialmente silente en las zonas extremas del país, dando cuenta de la incapacidad del proceso presidencial de interpelar, interpretar y levantar voces de quienes habitan en estos territorios.
Las regiones con mayor participación rural se concentran en la zona central del país (Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins), mientras que las regiones con menores niveles de participación se encuentran en los extremos norte y sur del país (Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Los Lagos, Aysén y Magallanes).
¿Qué más muestran estos resultados comparados con otras elecciones? Que aumenta el número de personas de sectores rurales que prefiere no votar. Tomando las votaciones presidenciales de 2017 y las de abril de 2021 se observa que la participación electoral en comunas rurales varió en promedio un -1% y un -9%, respectivamente, mientras que en las urbanas aumentó en 2% y 6%.
Y, en consecuencia, aumenta el número de comunas rurales en las que gana la abstención: de las 185 comunas rurales existentes a nivel nacional, en 114 de ellas disminuye el porcentaje de participación electoral respecto de la presidencial de 2017 y en 152 de ellas baja en relación a las votaciones de abril de este año.
¿Dónde se concentraron las preferencias según tipo de comuna? Triste realidad, la primera mayoría fue la abstención en gran parte del territorio nacional. En estas elecciones también se confirma cierta tendencia a la segmentación territorial del voto donde se identifican candidaturas ganadoras para cierto tipo de zonas: la zona norte para Parisi, el centro urbano para Boric y el sur para Kast.
Este fenómeno también se demuestra al ver los datos según el tipo de comuna: Kast obtuvo la primera mayoría en el 71% de las comunas rurales y Boric resultó ganador en el 56% de las comunas urbanas.
En menos de dos semanas para la segunda vuelta, ¿podrá la participación rural ser mayor a la abstención?, ¿podrán las candidaturas dimensionar las problemáticas reales de los territorios rurales y convertirlas en propuestas para movilizar el grito rural en el balotaje del 19 de diciembre?
En Rimisp venimos desarrollando la iniciativa #VozdelosTerritorios, un proyecto que nos ha permitido conocer las preocupaciones y problemáticas que existen en comunas rurales desde la voz de sus propios protagonistas.
Han participado personas de todas las regiones del país, de distintas edades, género, orígenes y roles dentro de su comunidad. Aquí hemos confirmado que existe el temor de quedarse sin agua para la vida, la impotencia de ver cómo sus entornos naturales son arrasados por la industria, el no sentirse escuchados por una sociedad cada vez más enferma de urbanititis, el enfrentarse día a día a la desigualdad de trato y a las barreras para vivir en bienestar. Es la sensación del abandono y la falta de conectividad.
Esta es una pequeña parte de las problemáticas que vive el mundo rural en Chile. Incluirlas y mostrarlas de cara a la segunda vuelta del 19 de diciembre es de vital importancia si queremos que el grito rural se haga presente en esta fiesta democrática.
Esta fiesta, a diferencia de las tradicionales, no tiene fin. El desafío es escuchar, incluir y vincular a quienes viven en estos territorios a lo largo del proceso democrático, lo que implica convertir esta representación en propuestas programáticas del futuro gobierno.
No olvidemos que la sensación y participación del mundo rural marcó la diferencia en las elecciones de Estados Unidos y del Brexit en el año 2016. El resto de la historia la conocemos.