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Desde 2013 que la dupla de Carla Zúñiga y Javier Casanga, en la dramaturgia y dirección respectivamente, nos había acostumbrado a un tipo de obra que ponía temáticas de género sobre las tablas. Cuando este año anunciaron la disolución de la compañía La Niña Horrible, que ambos fundaron, por imposibilidades económicas, el pequeño gran mundo del teatro lamentó que no pudieran sobrevivir a la pandemia. Historias de Amputación a la Hora del Té, La Triste Agonía del Pájaro Azul, El amarillo sol de tus cabellos largos, entre otros, fueron montajes que generó reacciones y seguimiento, especialmente de público muy joven.

“No fue tema ni de talento ni de creatividad. El tema es que hay una dificultad de sostenerse económicamente”, contó Javier Casanga en Radio Usach, y añadió que “fue una compañía que se empezó a hacer más grande que nosotros mismos”, a propósito de la gran cantidad de funciones que salían todo el año, elencos numerosos, en donde “no teníamos cómo asegurar contratos” para los actores, menos aún en pandemia. Así es que “decidimos con la Carla empezar de cero”.

Un forzado cierre de ciclo que también remeció desde lo creativo. “No sé si el discurso de las obras que estamos pensando sean montandas por una Niña Horrible”, aclaró el director, aludiendo a que los movimientos sociales se han hecho cargo de muchas de las cosas que plantearon a través de esta compañía teatral, el feminismo entre ello, pues “nosotros no éramos una compañía feminista. Defendimos el feminismo, pero era una compañía que trataba temáticas de género”.

Es por ello que trabajar en el proyecto de Escenas de un encierro, ciclo teatral en Matucana 100 que tendrá hasta el 20 de diciembre, una saga de monólogos sobre la pandemia, resultado de un taller impartido por Carla Zúñiga, resultó un camino ideal para dirigir en nuevas plataformas, experimentar en este híbrido teatral y audiovisual. “El teatro lo ha ganado todo siempre”, explicó Casanga sobre el desafío de dirigir por Zoom, porque se trata de que “para que esta plataforma sea discursiva, tiene que ser política y con eso me refiero a la emoción”, entablando grandes preguntas como, “¿cómo puedo hacer que esa emoción se traspase a lo digital sin que sea una película?” o “¿Qué tenemos que decir si no tenemos el escenario mismo?”

Escucha la entrevista completa aquí.