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Justo en la semana en que el libro Antes de que fuera octubre (Planeta), de Oscar Contardo, estaba saliendo del horno, el mundo entraba en modo pandemia. Sin embargo, este relato sobre la transición chilena desde el retorno a la democracia hasta el estallido del 18 de octubre, se hace aún más necesario en miras a lo que ocurrirá en el plebiscito. “Cualquier grupo que en este momento sienta que sus derechos históricos han sido negados deberían estar preocupados de empujar este proceso constituyente”, comentó el periodista en el programa Escena Viva.

Y por supuesto, la comunidad LGBTI tiene mucho que decir al respecto. A propósito de la crisis sanitaria, han tenido aplazamientos en discusiones de política pública y derechos, además del reciente fallo del Tribunal Constitucional contra el matrimonio lesboparental contraído en el extranjero. Datos que siguen sumando a las desigualdades que sufre este sector de la población y que para Contardo representan la crisis de acceso, la desprotección y discriminación en el cotidiano, donde “la minoría trans es la que se lleva la peor parte en momentos como este, en pandemia”

“El Día del Orgullo” pasa a ser una conmemoración que, por virtual que deba desarrollarse, pretende poner hincapié a nivel mundial en avanzar. Para el escritor y autor de Siútico, el aplazar se comprende por el contexto, pero finalmente “sólo develan una falta de visión de largo plazo de ciertos sectores de la dirigencia política y del establishment chileno”.

Siendo autor e investigador de uno de los libros más inquisidores frente a los vicios de la Iglesia Católica, como lo es Rebaño, analizó el rol de la Iglesia en esta crisis, pensando en la pérdida de credibilidad de la institución, donde dos figuras que están siendo investigadas por encubrimiento y abuso sexual, murieron esta semana (Bernardino Piñera y Javier Prado). “Lo único que uno podría concluir es que frente al desplome total de la confianza en las instituciones, la Iglesia Católica no se libró”, reflexionó el periodista y escritor, y que esta “va a ser una crisis en la que la jerarquía de la Iglesia Católica va a tener muy poco que decir y a la que nadie le va a ir a preguntar nada”, concluyó.

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