La disminución de la natalidad en Chile es un fenómeno que se ha mantenido en el tiempo y que fue evidente en 2023, año en el que se registraron 173.920 nacimientos en el país, la cifra más baja en una década.
Este patrón se ha mantenido en el tiempo, como lo confirman las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en sus Estadísticas Vitales, que reportaron 11.572 nacimientos en febrero de 2024, lo que representa una disminución del 19,5% en comparación con el mismo mes del año anterior. Además, este número es un 9,1% menor que el registrado en enero de este año.
En cuanto a los nacimientos en febrero, la mayoría corresponde a madres entre los 30 y 34 años, con el 30,5% del total (3.525 nacidos vivos), seguido por los nacimientos de madres entre los 24 y 29 años, que representan el 26,2% (3.028 nacidos vivos). Durante este mes, también se registraron ocho bebés nacidos de mujeres menores de 15 años y tres de mujeres mayores de 50 años.
Para Dante Castillo, sociólogo y académico de la Escuela de Psicología de la Usach, esta tendencia mundial, que tiene a Chile encabezando el ranking de menos nacimientos en América Latina, está influenciada por cambios socioculturales, económicos, demográficos y políticos que ha vivido el país durante los últimos años.
El aumento de la participación de las mujeres dentro del mundo académico y laboral obviamente influye en la decisión de la maternidad, postergándola por años o en muchos casos hasta definitivamente.
“El acceso a la educación superior y la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral han llevado a un retraso en la edad en que las personas deciden tener hijos. La dedicación a la educación y la carrera a menudo postergan la formación de familias y, en consecuencia, disminuyen la tasa de natalidad, sostuvo el experto.
CHILE Y UNA POBLACIÓN ENVEJECIDA
Otro punto a considerar es el alto costo de la vida. Criar un hijo o hija no es terea sencilla, más aún si le sumamos los fríos números que conlleva la crianza. “En muchas sociedades desarrolladas, los costos asociados con criar y educar a un hijo son altos. Esto incluye gastos como la atención médica, la educación, la vivienda y la alimentación. Estos altos costos pueden desalentar a las parejas a tener más hijos o tener hijos en primer lugar”, asegura el profesor Castillo, quien asegura que a este ritmo seremos una sociedad envejecida y que las consecuencias de una mal política de seguridad social las pagará el sector más pobre de la población.
- Chile es el país donde menos nacimientos se registran en Sudamérica ¿Qué diferencia a Chile de otros países de la región?
- En Chile, a diferencia de otros países de América Latina, se conjugan dos elementos. En primer lugar, desde el punto de vista cultural, la sociedad chilena está acoplada en tiempo real con la cultura occidental dominante. Esta situación ha instalado en Chile una estética, una práctica cultural y un imaginario social, sincronizado con el estilo de vida de los estratos socioeconómicos más pudientes de los países desarrollados. Es decir, gran parte de nuestra sociedad opera con lógicas y prácticas de los países postindustriales que le otorgan una prioridad secundaria a la fecundidad. Pero, en segundo lugar, Chile continúa siendo parte de los países emergentes, con menos recursos financieros para contar con una política pública que aborde las problemáticas de la fecundidad. Por ejemplo, según la OMS entre un 10 a un 15% de las parejas chilenas que quieren tener hijos, no pueden por factures de salud y los programas de fertilidad asistida, son caros y poco efectivos.
- ¿Cuáles son los efectos sociales que podría generar una baja en la natalidad?
- En términos demográficos estamos muy debajo de la tasa de reemplazo población fijada internacionalmente en 2,1 hijos por mujer en edad fértil. Seremos una sociedad de población envejecida que tendrá, si todo sigue igual, un sistema de previsión y seguridad social y sanitaria muy demandada financieramente y con recursos limitados para atender de manera homogénea a toda su población. Una vez más, los estratos pobres serán los más perjudicados.
Por otra parte, tenderemos a ser una sociedad más dogmática y menos abierta a los cambios, en la medida que las juventudes han sido históricamente las que promueven las transformaciones y los cambios sociales. Por diversos factores biológicos, culturales, políticos y sanitarios, la innovación cultural sigue siendo un patrimonio de la juventud.
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