El abogado y exjuez español Baltasar Garzón reflexionó entorno a la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, y abordó lo que fue la detención de Augusto Pinochet en Londres.
A mediados de julio, en el marco de la gira presidencial por Europa, el Presidente Gabriel Boric entregó una medalla conmemorativa de los 50 años al abogado español. En ese momento, el Mandatario le agradeció su función en la orden de arresto que decretó en 1998 contra Pinochet.
Al respecto, en conversación con el programa Stock Disponible de VíaX, Garzón expresó que “me sorprendió. Me agradó, no voy a decir que no. Yo al presidente Boric no lo conocía, lo conocí en ese mismo momento (…). Yo agradezco, pero no comprendo bien lo que ha sucedido después”.
“Yo creo que (el reconocimiento) es un acto político, evidentemente, a una persona que tuvo un papel, un rol, en la historia. Pero siempre digo que yo no merezco ningún reconocimiento, yo hice lo que tenía que hacer. Pero si me lo han dado, pues, yo agradezco y punto”, subrayó.
Al ser consultado sobre que gran parte de la oposición señaló que no debía recibir esta medalla apelando al apoyo a Bolivia entregado en la causa ante la Haya, respondió que “ellos tienen un problema. Yo creo que la extrema derecha, la derecha es demasiado intolerante con todos aquellos que ellos creen que no piensan como ellos (..) Y no creo que eso se enturbie porque, si yo no recuerdo mal, lo que yo he dicho en el conflicto del agua de Bolivia y de Chile, es que dos pueblos hermanos tenían que encontrar la vía para ponerse de acuerdo”.
“Yo no fui defensor ni representé al Estado Plurinacional de Bolivia en ningún momento, en ninguna causa relacionada con este tema. Y aparte de esto, pues, si consideran que no merezco ese reconocimiento, pues, me parece muy bien, estamos en una democracia”, precisó.
En concreto, respecto a los 50 años del Golpe de Estado, Garzón manifestó que “conmemorar significa memoria. Lo que no puede hacerse es negarse esa memoria, o tratar de redefinir la historia”.
“Mal se pueden llamar republicanos quienes quiebran la legalidad, o no reconocen esa ilegalidad del golpe militar”, declaró.
Asimismo, aseguró que “en la actualidad, habría que hacer una profunda reflexión que creo que no se está haciendo. Las encuestas que salen presentan a la ciudadanía como bastante ajena a esta conmemoración, y eso es peligroso porque lo peor que puede haber en una democracia frente a hechos de esta naturaleza es la indiferencia”.
Respecto a si Estados Unidos debería pedir perdón a Chile por lo sucedido en 1973, recalcó que “hace mucho tiempo lo tendría que haber hecho y tendría que haber rendido cuentas ante la justicia. La actuación de la administración Nixon, en el caso del golpe de Estado en Chile, no fue ni inocente ni inactiva, sino que, todo lo contrario. De esas acciones vinieron todas las consecuencias posteriores que conocemos hasta el día de hoy disfrazadas de otros mecanismos”.
También, durante la entrevista, el abogado se refirió al asesinato de Víctor Jara y señaló que "aunque sean 50 años después, por fin la justicia, que no se caracteriza por ser muy ágil cuando es un derecho, finalmente ha establecido, cerrado el círculo de impunidad que se había establecido en torno a este caso y otros muchos”.
En cuanto a la detención de Pinochet en Londres, Garzón comentó que “era mi obligación como juez y también como persona. Es muy difícil discernir entre lo personal y lo profesional y, en este caso, es evidente que tomar una decisión de ese calibre no era fácil, pero a la vez, era muy fácil”.
“Decir no, no hubiese supuesto graves problemas para casi nadie. Decir sí suponía estar en parte de la legalidad, de las víctimas, en contra de la impunidad, en contra de la criminalidad, en contra de quien había cercenado los derechos ciudadanos de todo un pueblo, y hacerlo con la ley a través del instrumento de la jurisdicción universal y dentro de la ley”, puntualizó.
De esta forma, el exjuez indicó que “no había otra opción para mí. El juez es un servidor público, y como servidor público tiene que responder. Y, en ese momento, ante mí había una persona que se le imputaban crímenes de genocidio, de terrorismo, de torturas, lo que hoy denominamos crímenes de lesa humanidad, y víctimas que no habían sido reparados, que no habían encontrado justicia. En este caso, había que tomar esa decisión, y la tomé".
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