Desde 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró el 17 de mayo como el Día Internacional del Reciclaje con el propósito de concienciar a la sociedad sobre la importancia de reciclar para cuidar el medioambiente. Educar para reciclar es primordial para alcanzar un estilo de vida más sustentable, evitando el daño de nuestro entorno y por ende de nuestra calidad de vida.
Reciclar es valorizar los residuos mediante su transformación en nuevos productos, materiales o sustancias, tanto con la finalidad de uso original o con otro propósito. El reciclaje nos permitirá acelerar el cambio del modelo de economía lineal actual, donde se extraen las materias primas de la naturaleza para fabricar productos que luego al final de su vida útil se desechan; hacia una economía circular donde se preserva el valor de los productos durante el mayor tiempo posible, evitando la generación de desechos y logrando que estos se reintegren al ciclo productivo. Para lograr este objetivo se requiere de la participación conjunta del Estado y los productores, del sector público y del sector privado para alcanzar un desarrollo más sustentable.
El incremento de las tasas de reciclaje requiere de un exitoso proceso de separación y recolección de los residuos a los cuales queremos darle un nuevo valor, y para ello es imprescindible el rol de los ciudadanos en cuanto a sus hábitos de consumo y del conocimiento que tengan de cómo llevar a cabo el reciclado desde la casa. Por ello, se requiere una campaña educativa a nivel comunicacional en todos los niveles.
La jerarquía de gestión de residuos contempla en primer lugar la clave de las 3R (Reducir, Reutilizar, Reciclar). Lo primero que debemos hacer es prevenir o reducir el uso y consumo de artículos no necesarios, o bien, extender su vida de servicio el mayor tiempo posible evitando la generación de residuos que requieran ser reciclados. En caso de que la prevención y reducción no sea posible, dar una segunda utilidad a los artículos que compramos, y como tercera opción, reciclarlos. Después, se encuentran las opciones menos preferidas en la jerarquía que son la valorización energética y la disposición de desechos en rellenos sanitarios.
Según Naciones Unidas, a nivel mundial se recolectan 11200 millones de toneladas de residuos sólidos cada año, mientras que en Chile se generan 20 millones de residuos sólidos anualmente según el Ministerio del Medioambiente, con una tasa de valorización de residuos no peligrosos de 20% a 23% en los últimos años.
Una parte importante de estos residuos son plásticos y del total de plásticos solo el 9% se recicla, del cual el 86% proviene del reciclado industrial y el resto es domiciliario, según las últimas cifras de ASIPLA. En este contexto, Chile ha puesto en marcha distintas iniciativas como El Pacto Chileno de los Plásticos, la Ley 21.100 Chao Bolsas Plásticas, Ley 20.920 o Ley Marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida al Productor y Fomento al Reciclaje (Ley REP), y la Ley N° 21.368 que regula la entrega de plásticos de un solo uso y de las botellas plásticas.
El desafío del reciclaje es complejo considerando que no basta que el residuo sea reciclable, sino que también tenga una salida de valor y un sistema de gestión que permita reciclarlo. En este objetivo se han centrado los esfuerzos a nivel internacional, y Chile ya emprendió el camino.