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Cultura

El arte en tres actos: La vida de Héctor Noguera entre el teatro, el cine y la televisión

Actor, director y docente, “Tito” dedicó más de setenta años a construir la memoria artística del país, combinando talento, disciplina y una profunda vocación por la escena.

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  • Diario Usach

  • Martes 28 de octubre de 2025 - 09:50

El país despide a uno de sus grandes. Héctor Noguera falleció este martes a los 88 años, dejando una huella profunda en el teatro, el cine, la televisión y la formación artística nacional. Su trayectoria, que supera los setenta años, es también la historia de la evolución de las artes escénicas en Chile: desde los escenarios universitarios hasta los grandes estudios televisivos, su figura fue sinónimo de rigor, talento y humanidad.

Decir que Noguera fue un actor es quedarse corto. Su presencia modeló generaciones de intérpretes, impulsó proyectos culturales y renovó la mirada sobre lo que significa dedicarse a la actuación en un país donde el arte, muchas veces, sobrevive a pulso.

UNA VIDA EN LAS TABLAS

Su historia comenzó en la infancia, en una compañía de teatro escolar dirigida por el profesor Alfredo Peña. Ahí descubrió la emoción del escenario, aunque su entorno no imaginaba que esa vocación se transformaría en destino. Ingresó primero a estudiar Arquitectura, atraído —como solía contar— “por la idea de dibujar casas”. Pero el arte terminó ganando: un año después se cambió a Actuación en la Universidad Católica, donde empezaría una carrera que no conocería pausas.

Su debut en la obra ¡Esta señorita Trini! (1958), la primera comedia musical chilena, lo situó en el centro de un circuito teatral en expansión. Desde ahí, su nombre comenzó a aparecer con frecuencia en los elencos más relevantes de la época: Deja que los perros ladren (1961), El chacal de Nahueltoro (1969) —donde interpretó al sacerdote Eloy Parra y fue además productor—, y decenas de montajes y películas que fueron delineando la memoria audiovisual del país.

Fundó compañías como Teatro Camino, en Peñalolén, donde su visión artística se convirtió en acción colectiva. “El nombre apela a la constante preocupación de estar en camino a algún lugar”, explicaba, entendiendo el arte como un proceso de búsqueda permanente.

A la vez, ejerció como académico y decano de la Facultad de Artes de la Universidad Mayor desde 2005, convencido de que la docencia era una extensión natural de la creación. En cada aula, charla o ensayo transmitía la idea de que el teatro no es solo espectáculo, sino también pensamiento, trabajo y comunidad.

Su deseo de “mantenerse trabajando hasta el final” se cumplió. En mayo de 2025 estrenó Caballo de Feria, obra que escribió, dirigió y protagonizó, inspirada en la vejez de El Quijote. También volvió a dirigir La pérgola de las flores en el GAM, revisitando una historia que lo acompañó desde los años sesenta. Era su manera de dialogar con la memoria, esa que consideraba “una de las cosas más íntimas del ser humano”.

TITO, EL ROSTRO DE LA TELEVISIÓN CHILENA

Para millones de chilenos y chilenas, Héctor Noguera es parte de la historia nocturna del hogar. Durante la llamada “época dorada” de las teleseries nacionales, su presencia en TVN marcó una era: Trampas y caretas, Sucupira, Romané, Pampa ilusión y Oro verde son solo algunas de las producciones donde su interpretación trascendió la pantalla.

Su papel como Ángel Mercader en Machos (2003) lo consolidó como un referente generacional, al tiempo que abría debate sobre los valores patriarcales y las transformaciones sociales del país. En años recientes, continuó sumando títulos como Perdona nuestros pecados, Juegos de poder, Como la vida misma y Aguas de Oro, su última aparición televisiva antes de su retiro obligado por motivos de salud.

Aun cuando los guiones cambiaban, había algo constante en cada personaje: una mezcla de autoridad y ternura que lo hacía creíble, incluso en contradicción. Quizás por eso fue elegido en mayo de este año como el “Mejor actor de la historia de Chile”, según la encuesta Cadem, reconocimiento que recibió con humildad: “Creo que hay mejores actores —dijo—, pero la gente me entrega cariño, y eso es lo que me da energía para todo lo que hago”.

AUTOBIOGRAFIA

Su vida también conoció momentos difíciles. En 2016 sufrió un grave accidente a caballo que lo dejó con una fractura cervical, pero volvió a los escenarios tras una recuperación sorprendente. En distintas entrevistas posteriores reflexionó sobre la fragilidad, la muerte y el valor de la memoria, temas que también cruzan Autobiografía de mi padre, libro realizado junto a su hijo Damián.

La memoria, de hecho, fue una constante en su discurso. “Sin memoria es más difícil vivir”, decía. Y quizás por eso su obra se sostuvo en el deseo de recordar: no solo los personajes, sino las épocas, los gestos, las transformaciones.

En una de sus últimas entrevistas, al ser consultado por la partida de grandes artistas de su generación, respondió con serenidad:

“Es la ley de la vida. Los mayores nos vamos yendo, pero hay jóvenes que vienen con fuerza. Mientras exista esa inquietud artística, mientras los jóvenes no caigan en la apatía, hay esperanza”.

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