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El Buda: La última estatua humana que queda en Plaza de Armas

Daniel San Martín (47), el hombre detrás del personaje, es el único de los 16 que iban habitualmente que se mantiene de forma constante en el lugar. “Es un símbolo de resistencia, de estar en la lucha”, indicó.

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  • Belén Muñoz B. /Gráfica: Gabriela Aravena

  • Viernes 4 de octubre de 2024 - 10:57

Al frente de la escultura de piedra "Homenaje a los Pueblos Indígenas de América", en plena Plaza de Armas, el Buda medita mientras una persona se acerca y le deja una moneda. A su alrededor ya no están la dama de blanco, el minero y otras estatuas vivientes que le daban viva al casco histórico de la ciudad.

Daniel San Martín (47), el hombre detrás del personaje, es el único que se mantiene de forma constante en el lugar. De las 16 que alguna vez llegaron a estar ahí, solo queda él. “Es un símbolo de resistencia, de estar en la lucha”, señaló a Diario Usach.

El Buda, que ha sido reconocido por la Municipalidad de Santiago y el Ministerio de la Cultura en una exposición que se llevó a cabo el año pasado de arte urbano en movimiento, aseguró que tiene para rato. "No hay una nueva camada de estatuas vivientes en chile. Mantenemos los mismos viejos de siempre, pero sigo firme", aseguró.

Daniel, que tiene este personaje hace 12 años y fue elegido campeón latinoamericano el 2022, en el encuentro internacional de estatuas vivientes de Olavarría, relató cómo surgió el personaje: “Nace de la necesidad de tener que achicar los implementos. Antes de hacer el Buda, pesaba 110 kilos, tenía un vikingo, que tenía capa de cuero, escudo, casco, polainas, espadas, hachas, mover el personaje era difícil. Entonces opté por algo minimalista”, indicó.

ENTRAR EN PERSONAJE

Daniel parte su día entre las ocho y nueve de la mañana. Cuando está en Santiago, se queda donde su hija. "Justo detrás del cerro San Cristóbal", afirmó. De ahí parte a la Plaza de Armas, donde muy cerquita hay una bodega donde saca las cosas y se transforma en el Buda.

"Me demoro 40 minutos en el proceso de crear el montaje. Tengo maquillaje teatral, que lo preparo yo. Luego elongo un poco antes. Por lo general actuó de cuatro a cinco horas. ¿Te cuento un secreto? Es muy poco el rato que estoy quieto, porque trabajo con movimientos reiterativos, entonces lo más probable es que tú me veas con una posición y pases una hora después y este en la misma, son doce movimientos que se repiten todo el rato”, confesó.

La intensidad del trabajo hace que, algunas veces, quede con dolor de espalda. Daniel relató que todo queda en el pasado al entrar en personaje. "Ahí estás fuera de este mundo. El cuerpo está al servicio de la estatua. ¿Que busca una estatua viviente? Crear conciencia, decir algo a la sociedad, el buda busca la paz en la esquina más caótica de la ciudad", profundizó Daniel.

UN PATRIMONIO DE LA CIUDAD

El Buda, mientras la gente transita por la plaza, realiza una serie de movimientos, siempre con las piernas cruzadas y las manos en pose de meditación. Cada cierto tiempo cae una moneda a un paño que tiene al frente de él o alguien se detiene a tomar una foto. 

“La gente tiene algo especial con este personaje. Lo han hecho suyo. Estuve tres meses de gira en Bolivia, y la gente cuando volví me decía que bueno que volvió. La ciudad también lo ha hecho suyo”, afirmó.

A las 15.00 en punto, Daniel termina su trabajo e inmediatamente se saca el maquillaje. "La ciudad tiene un gran aprecio por este personaje, pero después yo vuelvo a ser Daniel", aseguró.

San Martín realza la labor de las estatuas vivientes y cómo pueden ser un aliado para terminar con la delincuencia y, sobre todo la prostitución que existe en el casco histórico de la ciudad. "El arte tiene que ser un medio para recuperar los espacios públicos ante la delincuencia y la prostitución, para eso necesitamos el apoyo de las autoridades. No puede ser que no exista un baño. Directamente yo no voy al baño. Es algo que tengo ya incluido en mí. Tiene que existir la recuperación de los espacios públicos a través del arte", planteó.

Agregó que "es la primera línea del arte. Un pequeño lo más cercano que tiene de entrar a una galería somos nosotros. Hay muchos chicos que se han inspirado. Me han pedido que fuera a dar clases a una universidad, a realizar un taller".

El cariño de la gente y la importancia que tiene su labor son el impulso que necesita para continuar día a día en ese lugar, a pesar de que muchos de sus compañeros de trabajo ya se han ido del sector. "Están las ganas de seguir haciendo cosas, me queda para rato", concluyó.

 

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