El coordinador especial de la ONU para el proceso de paz en Oriente Medio, encargado de la cuestión palestina, Tor Wennesland, pidió a las autoridades israelíes que lleven a cabo una "investigación exhaustiva y transparente" después de que decenas de personas murieran por sus ataques en un campo de desplazados en Rafá, al sur de Gaza.
"Hagan rendir cuentas a los responsables de cualquier fechoría y tomen medidas inmediatas para proteger mejor a los civiles", añadió Wennesland en un comunicado después de que 66 palestinos fueran asesinados por fuego israelí en las últimas 24 horas, según datos del Ministerio de Sanidad de Gaza, bajo control de Hamás.
De acuerdo al ministerio, desde el 7 de octubre los muertos en Gaza han alcanzado los 36.050, 45 de ellos en el bombardeo contra el mencionado campo de refugiados de Rafá, donde fallecieron 23 mujeres, niños o ancianos.
Wennesland, que comenzó condenando el ataque, también incidió en que, "aunque el Ejército israelí afirma haber alcanzado una instalación de Hamás", está "profundamente afligido" por la muerte de "tantas mujeres y niños" en una "zona donde la gente ha buscado refugio".
En el comunicado también se insta al Gobierno israelí y a Hamás que se abstengan de una escalada que "haga peligrar la ya frágil situación sobre el terreno y en la región en general".
"Reitero el llamamiento del Secretario General a un alto el fuego inmediato y a la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes para poner fin al sufrimiento de los civiles", culminó el representante de la ONU.
Por su parte, el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, alertó este lunes de que "no hay ningún lugar seguro en Gaza", después de que se produjera este bombardeo en una “zona segura” que el Ejército israelí no había ordenado evacuar.
Rafá continúa en el foco de la ofensiva israelí a pesar de la orden de la Corte Internacional de Justicia, emitida el viernes, para la detención "inmediata" de la operación en dicho territorio, pero este último ataque ha desencadenado una nueva oleada de reacciones que piden el cese de las hostilidades
Cerca de un millón de personas han huido de esta ciudad fronteriza con Egipto, la mayoría hacia el oeste, a las playas de Al Mawasi, donde se encuentran hacinados y sin servicios de saneamiento o agua potable.
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