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El Día Mundial contra el Trabajo Infantil se celebra el 12 de junio, con el objetivo de denunciar la explotación infantil que se lleva a cabo en muchos países del mundo. Se trata de una fecha para  sensibilizar a las personas así como un llamado de atención a los gobiernos  para que pongan en marcha medidas políticas concretas.

La Dra. Claudia Calquin D., directora Magister en psicología Educacional de la Universidad de Santiago y directora de la Revista Palimpsesto, planteó que "aunque se ha avanzado significativamente en la reducción del trabajo infantil a lo largo de las últimas décadas, los avances en materia de derechos humanos nunca son  estables y requieren de una constante vigilancia y acción de parte de los gobiernos para garantizar su protección y goce. Por ejemplo, Unicef destaca que el últimos 4 años ha habido un aumento del trabajo infantil  de alrededor de 8,4 millones esto debido en parte a los efectos sociales de la pandemia".

La académica de la Escuela de Psicología de la Usach señaló que "la realidad del trabajo infantil es compleja y muchas veces no se tiene un abordaje que de cuenta de dicha complejidad. De acuerdo a Unicef las "peores formas de  trabajo infantil" hace referencia a situaciones y condiciones peligrosas, y que exponen a los niños a  condiciones extremadamente difíciles".

Agregó que esto "implica que niños y niñas realicen trabajos en condiciones inapropiadas para su edad, que dañan su salud física, mental, integridad, dignidad  y seguridad, lo que además les impide disfrutar de su derecho a la educación, al juego y a una vida saludable y digna".

Realidad en Chile

De acuerdo a cifras del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, se estima que en nuestro país existen más de 200 mil niños y adolescentes que participan de manera activa en el mundo laboral.

La Dra. Claudia Calquin D. indicó que "para los jóvenes de entre 15 y 17 años, nuestra legislación permite un formato de trabajo protegido, con una jornada que no debe superar las ocho horas diarias, un máximo de 30 a la semana y con contrato registrado en la Inspección del Trabajo. La Ley además establece que el trabajo a desempeñar debe ser una labor liviana que no perjudique la salud y desarrollo del menor".

Según la Ley 20.189, para que un adolescente pueda trabajar debe contar con la autorización expresa del padre, la madre o tutor legal, certificar la continuidad en los estudios y además este reglamento establece la prohibición de labores nocturnas (22:00 pm – 07:00 am), trabajos peligrosos, en contacto con sustancias tóxicas y cualquiera que implique tomar decisiones relevantes, entre otros requisitos.

"Pese a ello, entre 2008 y 2012, solamente a la Asociación Chilena de Seguridad, ingresaron 4.117 adolescentes accidentados, lo que implica un promedio de 823 casos cada año. En Chile es escasa la investigación sobre el tema, y más escaso aún es el conocimiento de la realidad del trabajo infantil desde la voz de los propios niños/as", afirmó la directora de la Revista Palimpsesto.

Agregó que "algunos datos nos ofrece el Ministerio de trabajo que indica que al año 2015 existían 219.624 niños que se encuentra en trabajo infantil y el 90% de éstos corresponde a trabajo peligroso. De estos últimos (trabajo peligroso) el mayor porcentaje se concentra en el comercio y la agricultura. También si agregamos el trabajo doméstico, los datos apuntan a que el 87,8 % de la población infantil chilena realiza estas labores aunque las niñas dedican muchas más horas que los niños".

Un hecho importante ocurrió el 2020, cuando se promulgó la ley LEY 21271 que  adecúa el Código del Trabajo en materia de protección de los niños, niñas y adolescentes en el mundo del trabajo. "Estos instrumentos son avances significativos en términos de erradicar las peores formas de trabajo infantil asi como regular y proteger a los adolescentes trabajadores, lo cierte e insisto que poco sabemos y espacio damos a la voz e los propios niños", planteó la académica de la Usach.

Por último, profundizó sobre que "uno de los grandes desafíos es incorporar la voz protagónica de los propios niños, no hacer sinónimo las peores formas de trabajo infantil con el trabajo infantil en si, reconocer y valorar el aporte de los niños trabajadores y trabajadoras a la economía nacional y avanzar en lo que tiene que ver con el ejercicio de los derechos de protagonismo y participación y organización como niños trabajadores".