En medio de un clima de desencanto y desinterés, y por segunda vez en poco más de un año, Chile celebra este domingo un nuevo plebiscito constitucional que, sea cual sea el resultado, cerrará el proceso iniciado por el estallido social de 2019, la mayor ola de protestas ocurrida en el país desde el retorno a la democracia, en 1990.
Desde las 8.00 de la mañana hora local, más de 15,4 millones de personas están obligadas por ley a acudir a las urnas para elegir entre mantener la actual Carta Magna o apostar por una nueva con un marcado sello conservador.
"He venido obligado a votar; no tenía ganas porque estoy chato de este proceso y de esta clase política. Es una aberración lo que hacen, tanto los de antes como los de ahora", dice a EFE Óscar Silva, de 84 años, después de depositar su voto en una mesa de la Escuela República Oriental de Uruguay, sede electoral situada en el centro de Santiago.
El delegado de este centro de votación, Reinaldo Selaive, que ya estuvo en este puesto en comicios constitucionales anteriores, explica a EFE que en comparación con las elecciones anteriores, "ha votado más gente" durante la mañana. También destaca la participación de "mucha gente joven" que quiere votar temprano "para aprovechar el día".
El plebiscito tiene lugar en vísperas de Navidad, en medio de las compras propias de estas fechas y con muchos chilenos comenzando sus vacaciones estivales.
VOTO INDECISO
Una de las grandes incógnitas de la jornada -que según el subsecretario de Interior, Manuel Monsalve, se está desarrollando "con total normalidad"- es cómo influirá el voto de los indecisos, que por ley tienen que votar en la que ya es el quinto proceso electoral en tres años relacionado con el proyecto de tener una nueva Constitución.
Alejandro, un ciudadano venezolano de 32 años que acude a las urnas acompañado de su familia, dice que participa "por responsabilidad ciudadana", porque en su país "atravesaron procesos como éste en distintas ocasiones", al tiempo que comenta que los cambios que se proponen "no le motivan" y prefiere "que las cosas se mantengan como están".
Alejandro puede votar porque los extranjeros con residencia permanente de más de cinco años están habilitados para sufragar en Chile.
Precisamente, uno de los temas más controvertidos del proyecto que se somete a plebiscito este domingo se refiere a la migración, toda vez que propone expulsiones en el menor tiempo posible y una policía fronteriza que patrulle y ejerza el control territorial.
"Hay mucho cansancio y aburrimiento de este tema y es entendible, porque esta consulta ya se hizo y ya tuvo una respuesta negativa", añade en referencia al plebiscito de septiembre de 2022, cuando un 60% de los electores rechazaron un proyecto redactado por una mayoría progresista y considerada "refundacional" porque introducía cambios radicales en el entramado institucional.
Laura Díaz, enfermera jubilada que vota en el Estadio Nacional, uno de los mayores centros electorales del país, dice que lo hará en contra del texto: "Es peor que el que dejó el dictador (en referencia al ya fallecido Augusto Pinochet) y favorece a los que tienen mucho dinero".
"A las mujeres nos eliminan una serie de derechos, a los jóvenes les quita la gratuidad para estudiar, y en salud también es peor", añade.
TEXTO CONSERVADOR
El texto que hoy se plebiscita incluye artículos que han generado gran polémica como la consagración del «derecho a la vida de quien está por nacer» -una norma que el oficialismo teme que colisione con la aplicación de la ley que permite el aborto en tres circunstancias-, la expulsión inmediata de los migrantes irregulares o la exención tributaria de la primera vivienda, que beneficia a las personas de mayores ingresos.
Javiera, de 25 años, participa de la elección "con ganas" y para "poder cerrar este proceso y no quedarse callada". En cambio, Alejandro, de 35, confiesa a EFE que solo sufraga "porque le obliga la ley", y reconoce que "no conoce bien el texto, porque es muy extenso" y no ha tenido tiempo de leerlo.
"Esta es la segunda vez que hacen lo mismo. Ha sido un proceso largo y un tanto confuso, tanto de un lado como del otro", agrega.
Aunque los expertos dicen que el escenario está abierto, las últimas encuestas publicadas hace más de dos semanas anticipaban que la ciudadanía votará en contra del texto.
Si finalmente se rechaza, seguirá vigente la actual Constitución y el debate constitucional quedará archivado al menos en lo que queda del mandato presidencial de Gabriel Boric, porque el Gobierno ya ha dicho que no impulsará un nuevo intento.
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