Al llegar a la adultez, la magia se vuelve algo lejano, un espacio para las niños o niñas. Nos cuesta reconocerla en nuestro día a día. Sin embargo, existen pequeñas actividades de nuestra vida que guardan un encanto particular. Ir al museo y que las piezas estén dispuestas de tal manera que tengan un sentido: es magia. Ser curadora de arte hoy, es ser una maga.
Silvia Dolinko es una profesional con una vasta trayectoria en historia del arte argentino y latinoamericano del siglo XX. Su investigación se centra en la historia del grabado y la imagen impresa. Sobre su trabajo, es clara en decir que ha sido un camino que comenzó en la academia y que eso la llevó a ser curadora.
“En mi caso es un trayecto. En la medida en que fui realizando algunos trabajos de este tipo se fue confirmando una intuición, una sospecha de la potencialidad que podían tener mis inquietudes”, dice.
Con eso en mente, Silvia llegó a investigar en detalle cada uno de los bienes culturales que integran una exposición. La doctora en Historia y Teoría del Arte precisa que el encanto aparece justamente gracias al trabajo y la constancia. “Entonces, desplegar hipótesis, que venían siendo escritas o compartidas en conferencias, y desplegarlo en el espacio, es muy mágico”, agrega.
ENCONTRAR LA MAGIA
Existen muchas etapas de la labor de curadora, desde la investigación a la puesta en ejecución de la muestra. En algunos momentos, se trata de enfrentarse a lo desconocido: de descubrir materiales, obras y documentos que no se habían visto en un momento inicial de la investigación o no se lo había tomado en cuenta.
De a poco, todo va cobrando sentido y al momento de pensar la exposición se van considerando distintas piezas para que la imagen desplegada sea accesible a todas las personas. Al respecto, Silvia señala que “no se pone un grabado, una pintura, un libro, un documento porque sí, se va armando un relato. Eso es muy hermoso”.
La profesional, que ha trabajado en más de 12 exposiciones como curadora, llegó a nuestro país para participar de “Deisler –Vigo: redes gráficas”, una muestra del Museo de Arte Contemporáneo que muestra los intercambios artísticos entre Chile y Argentina. Hoy ya no está a este lado de la cordillera.
El paso de Silvia Dolinko por Santiago fue breve, pero lo suficiente para surgieran momentos fantásticos. “La magia pasa por los diálogos que se van abriendo, justamente, a partir de una curaduría”, puntualiza.
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