The Tame Trial (Targeting Aging with Metformin), así se llama el estudio coordinado por la Facultad de Medicina de la universidad estadounidense Wake Forest, y que ha sido destacado por varios medios de prensa internacional debido a una posibilidad que, a todas luces, suena atractiva: el retardo del envejecimiento en las personas que consumen metformina.
Para establecer lo indicado es que se están desarrollando esa serie de ensayos clínicos, que tienen una duración de seis años, que involucra a 14 instituciones de investigación y para la cual se está utilizando un grupo muestral conformado por tres mil personas sanas de entre 65 y 79 años.
Sobre la medicina en cuestión, Leonel Rojo, doctor en Farmacología y académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile (Usach) explica que la metformina “es un medicamento antidiabético (para la diabetes tipo 2) que se receta buscando que los pacientes tengan menores niveles de azúcar en la sangre. En síntesis, facilita que el azúcar que circula por la sangre pueda ingresar al resto del organismo (a las células) para que la glucosa se utilice como energía”.
¿Podría una pastilla ser capaz de retardar el envejecimiento?
“La verdad es que todavía falta para eso. No hay un consenso generalizado en la comunidad médica respecto del uso de metfotmina para eso. Lo que si existe es el estudio The Tame Trial que es un ensayo que se está haciendo en varios lugares para ver si eso podría detener la progresión de alguna de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, por ejemplo, por ejemplo, cardiovasculares, cáncer y la demencia (pérdida de memoria) que es muy común en los adultos mayores. Pero los estudios están en curso”, explica Rojo.
De hecho, el académico de la Usach indica que para saber resultados concretos todavía falta tiempo. “Faltan, por lo menos, unos cinco o diez años para ver resultados en un paciente que comenzó el tratamiento a los 65 años. A sus 70 o 75 podríamos ver si hay una progresión en sus enfermedades asociadas a la edad. En las dolencias metabólicas se podría ver cambios más rápido, pero en las dolencias asociadas al envejecimiento no es tan así. Hay que recordar que esa condición no es una enfermedad en sí, es el paso natural del tiempo y, a raíz de eso, algunas situaciones que afectan a la salud aparecen con mayor frecuencia”.
La investigación que encabeza la Universidad Wake Forest habla de adultos sanos, un concepto que incluye varias condiciones, y en especial, la ausencia de enfermedades que en países latinoamericanos como Chile, no suele darse con frecuencia: “En nuestra sociedad, por lo general, los adultos llegan a los 65 años con hipertensión, alteración en los lípidos y alteración en el peso. Y eso ya, en sí mismo, es un síndrome metabólico que les condiciona a una esperanza de vida más baja”, indica Rojo.
Esa situación es diferente a lo que ocurre en naciones desarrolladas en donde las dietas altas en grasas, en carbohidratos y los alimentos ultra procesados van en retirada. “Nosotros todavía tenemos muchísimos productos de ese estilo. Entonces, hay adultos mayores que han vivido toda su vida bajo ese concepto. Por lo mismo, existen elevados niveles de hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y sobrepeso”, explica el profesor, quien además clarifica: “Para el estudio, existen criterios de inclusión, es decir, los pacientes de la muestra podrían tener otras dolencias, pero no presentar enfermedades como cáncer, demencia, situaciones cardiovasculares o demencia”.
El doctor en Farmacología de la Usach indica que, en el caso de que los resultados de la investigación resulten positivos, se abre “una gran oportunidad para la industria farmacéutica” ya que entra a jugar el factor económico. “Si tuvieras que buscar un fármaco nuevo, antienvejecimiento, digámoslo así, habría que pasar una investigación millonaria en dólares para un posterior reconocimiento de la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos del Gobierno de los Estados Unidos). En cambio, como la metformina ya está aprobada, el cambio de uso, o la autorización para un segundo uso, es algo que sale mucho más económico”, asevera.
No hay que correr a la farmacia
Rojo explica que el análisis de esta noticia debe realizarse con “mucho criterio”. “No hay que correr a comprar el remedio ya que hay que esperar el resultado de los estudios científicos”. Y subraya que, muchas veces, “la industria farmacéutica juega en el plano del marketing para aumentar las ventas”. “Una persona sana, sin grandes enfermedades crónicas no puede tomar un medicamento solamente para prevenir una situación”, sostiene.
Por lo mismo, el profesional destaca de plano la automedicación. “La metformina tiene varios efectos adversos. El principal es el gastrointestinal, no es remedio que sea muy agradable con la mucosa gástrica. Puede generar diarreas, náuseas y a veces un poquito de dolor de cabeza. Eso hay que tenerlo muy en cuenta. De hecho, hay gente que lo toma para bajar de peso pero esa no es su primera indicación. Para eso, hay que disminuir la ingesta calórica”.
Y el profesional Usach recalca: “De ninguna forma, tomando este medicamento se va a retrasar el envejecimiento. Eso hay que tenerlo súper claro ya que hoy no existen datos que permitan asegurar eso”.
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