Durante octubre, el gobierno anunció que su propuesta de Ley de Presupuesto 2025 contemplaría un aumento económico en Cultura que permitiría avanzar del actual 0,44% a un 0,58% del Presupuesto de la Nación. Pero, más allá de decorativos numéricos y discusiones porcentuales, esta inversión podría significar el impacto más grande para la infraestructura cultural que Chile haya visto en más de una década.
Entre los proyectos más beneficiados de esta ley presupuestaria se encontraría el Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales (PAOCC), un instrumento que entrega financiamiento a una serie de organizaciones culturales que generan programación, implementan participación ciudadana y fomentan la creación y la experimentación artística extendidas de Arica a Magallanes, que año a año concursan para conseguir financiamiento.
Se trata de instituciones culturales altamente capacitadas, con trayectoria de más de 10 años en sus localidades, que han logrado obtener el beneficio de PAOCC a partir de la concursabilidad gracias a la impecabilidad de su gestión. En Santiago existen ejemplos tales como el Teatro Mori (Providencia); Teatro Camino (Peñalolén); Espacio Checoslovaquia (San Joaquín); Corporación Chilena del Documental (Ñuñoa); Teatro Municipal de Cerrillos y Teatro Municipal de la Pintana; por mencionar solo algunos de la región Metropolitana, aunque PAOCC se encuentra distribuido -sin excepción- a lo largo de todo Chile.
Esta medida contribuiría, por primera vez desde el retorno a la democracia, en una acción concreta para atacar el problema de la concursabilidad en Cultura, ofreciendo con ello una garantía de estabilidad que estas instituciones jamás han logrado obtener a pesar de su impacto público efectivo y medido en sus entornos sociales y comunitarios.
¿Por qué invertir en Cultura?: seguridad, inclusión y desarrollo económico
La inversión para las artes y la cultura genera una serie de beneficios directos e indirectos tanto para una sociedad, como para su estabilidad y desarrollo económico. Es en estos dos puntos, seguridad e inclusión y desarrollo económico de un país, que creemos está el punto central de cualquier discusión en torno al aumento en el presupuesto estatal para la cultura.
Desde 2010, Chile es miembro pleno de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que sostiene que el financiamiento de los sectores culturales y creativos “son una inversión, no un gasto”. Si revisamos algunas cifras, en el 2019, países miembros de la OCDE como Hungría e Islandia invirtieron casi el 3% de su presupuesto anual, y otros como Reino Unido y Grecia un 1,5%.
Pero, ¿por qué invertir en Cultura?
En las últimas décadas las artes y las culturas han demostrado su capacidad para combatir la marginalización, promover la inclusión a nivel local y regional, mejorar la salud y el bienestar, generando una economía más compleja, al mismo tiempo que garantiza la preservación del patrimonio cultural y facilita el acceso justo a la cultura entre los diferentes grupos de población. Asimismo, la inversión estatal en este sector ha confirmado ser un incentivo para la inversión privada, permitiendo el surgimiento de nuevos ecosistemas financieros, asociaciones público-públicas y público-cívicas, considerando los gobiernos locales, organizaciones privadas y otros contribuyentes.
Como país, actualmente vivimos lo que muchas personas han denominado como una crisis de seguridad. Pues bien, desde un punto de vista humanista, el arte ha sido un medio poderoso para expresar emociones humanas y valores sociales y es en ese contexto que las artes y las culturas pueden jugar un rol predominante en la prevención de acciones de violencia.
No solo se han desarrollado una serie de programas de educación artística para reducción del acoso escolar, los comportamientos agresivos y la labilidad emocional, sino que existen acciones concretas y medibles que apuntan a mejorar los índices de inseguridad y violencia.
Por ejemplo, las artes como la danza, la fotografía y el teatro, entre otras, suelen reducir el comportamiento antisocial[1] en estudiantes (Clawson y Coolbaugh, 2001) y “estudios observacionales han demostrado que las tasas de participación en actividades extracurriculares están asociadas transversalmente con niveles más bajos de robo, destrucción de propiedad pública, peleas (Mahoney y Stattin, 2000), ausentismo escolar, vandalismo (Harrison y Narayan, 2003), incumplimiento de las normas escolares (Schmidt, 2003) y, según se informa, conductas antisociales y criminalizadas en general (Rose-Krasnor et al., 2006)”.
Las respuestas, entonces, a porqué es importante invertir (no gastar, no perder) en Cultura son muy claras e iluminadoras: porque garantiza la resolución de problemas históricos que el sector artístico y cultural ha demandado durante años; porque acercaría a Chile a posicionarse dentro del marco de referencia OCDE a nivel mundial en inversión cultural y finalmente, porque es una estrategia que contribuye a prevenir conductas violentas e inseguras en escuelas, colegios y en la sociedad en su conjunto.
[1] cita textual