Cuando se menciona la menopausia, el bochorno suele ser el primer y único síntoma que viene a la mente. Esa ola de calor que tantas mujeres enfrentan durante el climaterio se ha convertido en un símbolo simplificado de esta etapa, pero la realidad es mucho más amplia y desafiante. Reducir la menopausia a los sofocos es una visión limitada que no refleja la variedad de experiencias que viven las mujeres.
La menopausia trae consigo una serie de síntomas físicos y emocionales que afectan de manera significativa la calidad de vida. Dolores articulares, insomnio, niebla mental, sequedad vaginal, fatiga, ansiedad, irritabilidad, pérdida de densidad ósea… la lista continúa. Cada uno de estos síntomas puede ser debilitante por sí solo, pero lo que realmente impacta a las mujeres es la combinación de varios de ellos, alterando su bienestar diario. A pesar de esto, la conversación pública sigue girando en torno a los bochornos, como si el resto fuera secundario.
El problema no se limita a los síntomas físicos. La menopausia está cargada de una connotación social que refuerza prejuicios profundamente arraigados. Vivimos en una cultura que ensalza la juventud y que asocia el valor de las mujeres con su apariencia y capacidad reproductiva. Esto convierte el climaterio en una etapa marcada por el estigma. Las mujeres no solo deben lidiar con los cambios internos, sino también con una sociedad que las invisibiliza o las encasilla como "viejas", sugiriendo que su relevancia ha caducado. Este trato es injusto y deshumanizante.
El silencio en torno a la menopausia es otro gran problema. Muchas mujeres prefieren callar sobre lo que atraviesan por miedo a ser percibidas como menos eficientes o competentes, especialmente en el ámbito laboral. Temen que hablar de los síntomas se interprete como una señal de vulnerabilidad, mientras que en el plano personal, la presión por parecer eternamente jóvenes las empuja a ocultar los cambios naturales de sus cuerpos. Este mutismo colectivo no hace más que perpetuar el tabú, profundizando la incomprensión y el mal manejo de esta etapa de la vida.
Es fundamental cambiar el enfoque de la conversación. No se trata únicamente de hablar de los sofocos; necesitamos visibilizar el espectro completo de los síntomas, especialmente aquellos que impactan la salud emocional y mental. Al mismo tiempo, es crucial desafiar el estigma que recae sobre las mujeres en climaterio. Este no es solo un tema de salud, es también una cuestión de equidad social y dignidad. La menopausia no debería ser un motivo de vergüenza o exclusión.
Es imperativo que todos los sectores de la sociedad participen en esta discusión: desde los empleadores hasta los profesionales de la salud, pasando por los medios de comunicación. Pero, sobre todo, necesitamos que las mujeres hablen sin miedo sobre lo que están viviendo, porque solo entonces podremos derribar el silencio que rodea a la menopausia y empezar a tratarla con la seriedad y el respeto que merece.
La menopausia es mucho más que un conjunto de síntomas aislados. Es un desafío integral que afecta la vida de las mujeres en lo físico, lo emocional y lo social. La única forma de enfrentarlo adecuadamente es abrir el diálogo, dejar atrás los estereotipos y crear un entorno donde las mujeres puedan atravesar esta etapa con comprensión y apoyo, sin sentirse disminuidas ni invisibilizadas.
Para eso estamos, las Meno es +.
*El 18 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Menopausia, designado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con sociedades médicas y otras instituciones dedicadas a la concienciación y prevención de estos importantes temas de salud.