Hace algunas semanas, la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD) dio a conocer un listado con las 30 canciones más escuchadas durante la última década en Chile. Y al hacer un rápido recorrido por los títulos que la conforman, el indicativo es clave: la gran mayoría corresponden a canciones del género urbano.
Ahí aparecen temas como “Una Noche en Medellín” de Cris MJ (2022), “Ultra Solo” de Polimá Westcoast y Pailita (2022) y “Hablamos Mañana” con Pablo Chill-E, Bad Bunny y Duki (2020). Esos tres ejemplos representan la avasalladora popularidad que durante los últimos años están teniendo los exponentes del género. Hoy son los que, sin lugar a dudas, dominan los rankings de escucha en las plataformas digitales y llenan los recintos de alta convocatoria (como es el caso de Gino Mella, que en noviembre de 2023 logró llenar tres conciertos en el Movistar Arena de Santiago. Y eso es solo por nombrar un caso).
Esta es una realidad. Ya no se puede hablar de un “asunto de corta vida”, pese a que desde algunos sectores de la sociedad aún se escuchan críticas por el contenido de las letras, la utilización del leguaje o por su estética (la que hoy es transversal a todas las clases sociales del país).
Además, la gran mayoría de estos estos intérpretes y compositores han crecido post año dos mil, en la época “de los datos libres en internet”, del Spotify, del Instagram y del YouTube. Y lo más importante, han sabido utilizar estas herramientas para la promoción de sus trabajos, expansión internacional y para mantener sus carreras fuera del control de la industria musical (entiéndase sellos discográficos).
ARTISTAS QUE SON SU PROPIA MARCA
“La música urbana goza de buena salud y va a seguir creciendo”. La sentencia es de Ramón Orellana, director de la Carrera de Publicidad de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), magíster en Comunicación Estratégica y Digital y experto en fotografía publicitaria y en creación audiovisual.
Para el académico, las canciones que dan vida a este movimiento tienen un correlato directo con la estética de sus intérpretes. Y ese estilo, debido al alto nivel de penetración que ha tenido en la sociedad, logró expandirse hacia el que muestran personajes de otras áreas de interés masivo, como es el caso varios famosos del mundo televisivo o el de muchos los deportistas de elite, los que de por sí solos, son capaces de marcar tendencia.
Orellana sostiene que los intérpretes del género urbano, al igual que los futbolistas que hoy gozan de reconocimiento global, “aprendieron el lenguaje de venderse como personajes, convirtiéndose en su propia marca por lo que son capaces de generar. Eso sí, siempre con un respaldo de calidad. Tienen un estándar que es reconocido, que no tiene discusión, y que les ha permitido insertarse internacionalmente con éxitos rotundos y que sean mirados y admirados desde otros países”.
Basta con mirar el alcance de una canción como “Ultra Solo” . En 2022 se convirtió en el tema más tocado por las radios chilenas. Su versión original supera las 47 mil reproducciones, y si considera su remix, esa cifra pasa las 100 mil. Ahora, si se mira Spotify, el número es muchísimo mayor: más de 356 millones de escuchas.
LOS COMPLEMENTOS DEL ÉXITO MUSICAL
“Los intérpretes de música urbana se manejan muy bien en redes sociales, son activos, invierten tiempo en ellas y hacen buenos videoclips para sus canciones. Por ejemplo, ‘Una Noche en Medellín’ (Cris MJ) fue una explosión. Eso sí, la estructura de esta música responde a un formato, una fórmula de composición, que dura menos de tres minutos por tema y que parte por el coro. Querámoslo o no, esto es algo muy pop” indica el publicista de la Usach.
Además, asevera que, pese a que su masividad es cada vez más creciente, este género apunta a un nicho específico de seguidores. “Y los que critican lo hacen desde afuera de ese grupo objetivo. Es desde ese lugar en donde se resalta que las muchas de las líricas son agresivas, misóginas y con una herencia tomada de la cultura del ‘gansta rap’ de Estados Unidos”.
Orellana explica que aquí se hace presente una dicotomía. Esto, porque a pesar de que las historias que se cuentan puedan ser violentas, y con una denostación hacia la figura femenina, la gente igualmente las consume. “A los chicos y chicas de cierto rango etario no le interesa tanto eso. No le ven una gravedad y puede que, incluso, solo se dejen llevar por el ritmo. Muchos de estos muchachos y muchachas señalan que lo que les gusta es el ‘dembow’, es decir el ritmo atrapante y que eso les hace no considerar el contenido de las letras.
EL CAMINO DEL HÉROE
En la década de los 80’s, Los Prisioneros construyeron su historia de éxito desde la periferia y sin tener a la industria musical de su parte. Su camino a la popularidad se cimentó en una fórmula de letras y música que desafió a lo establecido y que los llevó a tener una gran conexión con buena parte del Chile de la época. Es una historia documentada y, de hecho, hasta del día de hoy son considerados como una de las agrupaciones fundamentales del país.
¿El desarrollo artístico de Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia puede homologarse en términos de construcción de masividad que tienen los músicos urbanos de Chile?
Ante esta pregunta, Ramón Orellana ve algunas similitudes. “Si bien, en los 80’s fueron Los Prisioneros, hoy en términos de solistas o bandas podríamos hablar de 30 o 100 prisioneros, esto en lo que respecta a éxitos”, indica y luego complementa: “muchos de estos jóvenes vienen desde terrenos disparejos, en dónde existe falta de oportunidades y privilegios. Lo que sí tuvieron es el acceso a la tecnología, y a través de ella han construido ‘su camino del héroe’. La gran mayoría de ellos son personas que salen desde una población y que gracias a la distribución de su música en internet, han logrado salir de sus poblaciones, logrando éxito en Chile y expandiendo sus canciones en lugares como Barcelona, Madrid o Dubai. Y más allá de Los Prisioneros, su espejo del ‘camino del héroe’ podría estar en figuras como la de Alexis Sánchez, un futbolista chileno que salió ‘de abajo’, de ‘la pobla’ pero que logró triunfar porque tiene metas”.
“Además, muchos de los músicos urbanos tienen habilidades comunicacionales. Aunque suene a cliché, acá hay un triunfo ante la adversidad y la falta de oportunidades. Es como decir ‘las cosas están ahí, tómalas”. Pero para que eso resulte, hay que tener talento. Y eso está, aunque a los más puristas lo renieguen o les incomode”, explica el profesor de publicidad de la Usach.
LA MODA SE INCOMODA… Y A VECES, SE APROVECHA
En 2011la canción “Tírate un paso” de Los Wachiturros se convirtió en su suceso. Su video en YouTube suma más de 3,5 millones de visitas y, al momento de su estreno, su creciente número de clicks llamó la atención Lacoste, empresa textil que vio su logo en la producción audiovisual y que terminó pagando una considerable cantidad de dinero a la oficina de representación del grupo para que los intérpretes dejaran de usar vestimentas con logo y, así, no perjudicar su imagen ¿Qué pasó con esto? El manager de los trasandinos contó que Tommy Hilfiger vio una imperdible oportunidad comercial para ir por un nuevo público y se decidió por auspiciar a los cumbieros.
“La historia de los Wachiturros sirve para indicar que la publicidad y el marketing siempre están muy atentos, y hambrientos, para encontrar este tipo de casos”, señala Ramón Orellana. Eso sí, recalca que la industria de la imagen, en marcos generales, ha tratado de no vincularse con lo urbano, esto principalmente, por el público de clase alta al que están orientados sus productos. Recordemos, que en muchas letras y videos para las canciones del género urbano se refleja un sentir aspiracional hacia ese tipo de cosas.
El profesor de la Usach señala que esa forma de convivencia que han tenido las grandes marcas (textiles, tecnológicas o automotrices) con las figuras del trap o del reggaetón no se analiza como un error. De hecho, asevera que se trata de una reconocida y que, por lo tanto, se estudia.
Por otro lado, indica que la moda que hoy caracteriza al movimiento urbano no es nueva, ya que la imagen es algo que se recicla, se repite y se reinventa. En términos simples, se trata de algo cíclico. Y así se entiende que los cortes de pelo, las ropas anchas y las zapatillas anchas que utilizan las estrellas del movimiento urbano tengan inspiración en la moda del gasgsta rap de los 80 en Estados Unidos.
“Los códigos que se toman desde este estilo son puntuales y hacen apología al gáster, sobre quién manda, quién la lleva. Son pocos los artistas que se salen de ese molde”, indica Orellana.
Sea como sea, la música urbana está instalada y su dominio parece no tener un pronto fin. Artistas como Pablo Chill-E, Flor de Rap, Pailita, Polimá WestCoast, Princesa Alba, Marcianeke, Tomasa del Real, Standly, Lizz y muchos otros seguirán por un buen tiempo llenando estados, arenas y festivales. Su sonido es el presente activo de gran parte de la música chilena.