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Vinagre blanco y bicarbonato: Las alternativas menos agresivas para mantener limpia la piscina plástica

Cristina Villamar, académica del Departamento de Obras Civiles de la Usach, indicó cuánto cloro se debe ocupar para no provocar ningún riesgo en las personas.

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  • Raul Gutiérrez Velásquez

  • Martes 23 de diciembre de 2025 - 15:47

En estos días de calor, muchas personas optan por las piscinas plásticas para soportar las altas temperaturas veraniegas. Y es que las ventajas son muchas: hay de diferentes tamaños, precios, formas y, lo más importante, se pueden armar y desmontar de una manera muy fácil

Ahora, algunos puntos relevantes que hay que considerar a la hora de pensar en estos artículos de temporada, conocidos popularmente como “pelopinchos”, son la cantidad de agua que se debe usar para llenarlas, el tiempo en que ésta puede ser usada antes de un cambio y los productos que se pueden utilizar para un cuidado seguro

En lo que respecta a la mantención, según el sitio de Piscinas Ferromar, indica que un agua bien cuidada puede durar, perfectamente, durante todo el periodo estival. De hecho, existen medidores de PH (cuya normalidad se sitúa entre los 7,2 y los 7,7).

Sobre el cómo limpiar las piscinas caseras, Cristina Villamar, doctora en Ciencias Ambientales y académica del Departamento de Obras Civiles de la Universidad de Santiago, indica a Diario Usach la existencia de diversos productos en el mercado, los que van desde las pastillas de cloro hasta los alguicidas.

“No obstante, siempre será mejor evitar la generación de cloraminas o la descarga de contaminantes emergentes al alcantarillado”. Y en ese sentido, la especialista subraya que “el cepillar las paredes plásticas usando vinagre blanco o bicarbonato es una opción menos agresiva”.

LA IMPORTANCIA DE LA LIMPIEZA PREVENTIVA  

Realizar limpiezas preventivas, antes del llenado o después del vaciado, es clave para evitar una proliferación agresiva de microorganismos. “Estos espacios acumulan bacterias, mohos y microalgas en forma de biopelícula. Eso, en contacto directo con los ojos, la boca o la piel, puede provocar enfermedades gastrointestinales o cutáneas. Además, cuando las piscinas forman una biopelícula, se pueden volver más resbalosas y, por ende, generar riesgos de caída”, dice Villamar.

La especialista indica que el agua de las piscinas caseras es segura para ámbitos recreativos cuando cumple una serie de requisitos: “no debe contener sólidos flotantes ni espinas que no sean naturales. A su vez, deben tener ausencia de olor, sabor y su turbidez no debe superar los 50 NTU (unidad nefelométrica de turbidez). También no deben tener coliformes fecales y la recomendación es que este líquido no sea usado para beber”, recalca. 

Por lo general, una piscina sin cloración puede mantener estas condiciones entre los 3 a 5 días. Y, por lo mismo, para evitar el cambio y desperdicio permanente de agua, es recomendable clorarla.

Cristina Villamar dice que si el cloro se usa en formato de hipoclorito de sodio (líquido), entre el 5 al 10% de su contenido corresponderá a cloro disponible. Mientras que si se utiliza hipoclorito de calcio (pastillas solidas), el porcentaje de pureza puede llegar a ser entre 40 a 70%.

“La cantidad de cloro que permite la DS 209 (calidad de agua de piscinas de uso público) medida como cloro residual está entre 0,5 a 1,5 mg/L. El clorar el agua de una piscina, asegura que el reemplazo de agua no supere los 200 Litros cada 15 a 30 días”, explica y destaca que, con ese tipo de estrategias, “una piscina puede mantener el agua por años”. 

“No obstante, es siempre importante leer bien las instrucciones del fabricante o proveedor de cloro, pues el uso excesivo puede generar problemas cutáneos o molestias oculares”, relata la académica y manifiesta que nunca hay que mezclar productos químicos, como el ácido clorhídrico (ácido muriático) con el hipoclorito de calcio ya que su reacción libera cloro gas, el cual puede ser tóxico tanto para quienes se disfrutan bañando como para quienes limpian.

Esto puede generar una reacción exotérmica que libera calor y, por ende, quemaduras”, relata. 

Finalmente, Villamar indica que la mezcla del amonio cuaternario (como los alguicidas) con el hipoclorito de calcio o sodio, puede dar paso a la formación de cloraminas, las cuales son sustancias altamente irritantes que pueden ingresar tanto por vía aérea o por ingestión a las personas expuestas”.

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