Bajan las temperaturas y automáticamente, para muchos chilenos, aumentan las ganas de comer. Puede ser algo dulce, como un berlín, un queque o una torta, o algo salado, como hamburguesas, pizzas o completos. La consigna es una sola: saciar el apetito en un día helado.
El origen de este deseo incontrolable de alimentarse en grandes cantidades, ya sea de sopas, legumbres, guisos o algún plato con fritura, tendría relación con la temperatura corporal.
Daniela González, nutricionista y académica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, señaló que "la experiencia sugiere que cuando hace frío, algunas personas pueden experimentar un aumento en la sensación de apetito, lo que podría deberse a varias razones como por ejemplo que el organismo requiere más energía para mantener su temperatura interna en un ambiente frío".
Agregó que "además en épocas de frío solemos pasar más tiempo en interiores favoreciendo una conducta más sedentaria, lo que a menudo se acompaña de comer más, ya sea por aburrimiento, ansiedad o por costumbre. Sin embargo, es importante aclarar que esta respuesta puede variar entre una persona y otra, por lo que no necesariamente todas las personas consumen más alimentos en los meses más fríos".
En tanto, la nutricionista de la clínica Indisa, Dana Bortnick, explicó que "durante el invierno la temperatura ambiental baja, por lo que nuestro cuerpo requiere de mayor energía para regular la temperatura interna y generar calor".
Agregó que "este incremento en las necesidades energéticas se refleja en un aumento del hambre, la señal que nos indica que debemos comer para obtener esa energía extra".
Bortnick planteó "hoy en día, con los sistemas de calefacción, ropa abrigada y un té caliente, la verdad es que no se justifica comer extra para mantener la temperatura corporal. Pero si lo prefieres puedes modificar la temperatura de las comidas. Por ejemplo, durante el invierno tendemos a preferir vegetales cocidos, sopas de verdura o guisos".
La nutricionista de la clínica Indisa manifestó que es vital poder reconocer las emociones que se sienten en esta época del año y lograr identificar si al comer se busca saciar el apetito o darse un gusto.
"Es importante reconectar con las sensaciones de hambre y saciedad para poder identificarlas. Muchas veces justificamos nuestra sensación de hambre en situaciones externas, como la temperatura, para permitirnos un capricho en la alimentación", afirmó.
Agregó que "no hay problema con el consumo de alimentos densamente calóricos de manera ocasional, pero se debe ser realista y honesto con uno mismo para saber la frecuencia de consumo efectiva de estos alimentos. Realizar actividad física nos ayuda a regular la temperatura corporal y mantener un cuerpo y mente sano y fuerte".
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