La Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU. (FDA, en inglés) autorizó el uso de la vacuna contra el Covid-19 de Novavax, que se convierte en el cuarto suero de este tipo en ser aprobado en el país.
Lo más llamativo es que en el caso de Novavax se ha usado el adyuvante Matrix-M, que tiene extractos de saponina de la corteza del árbol Soapbark, que es originario de Chile, conocido también como Quillay.
Razones Editoriales conversó con Andrés González, gerente general en Chile de Desert King, que elaboró el producto en Chile."El bosque esclerófilo chileno es una joya", partió destacando el gerente general de Desert King en Chile, que recordó que los usos del Quillay se remontan a crónicas muy antiguas y que hasta hace poco “las abuelas ocupaban para lavarse el pelo”.
La saponina desarrollada por el árbol tiene como utilidad el de contener la humedad dentro del Quillay y mantener agentes externos fuera. “Se descubrieron varias aplicaciones y mi empresa se ha dedicado a buscar usos del Quillay”, comentó Andrés González, aludiendo a uno de los más relevantes de los últimos años, que es en la elaboración de vacunas.
Pero ¿por qué es tan bueno? Para el profesional, explicándolo en simple, “el antígeno es lo que sana y necesita ser introducido para que opere. Si el organismo lo recibe mejor, más eficiente es el antígeno. Si el adyuvante es muy bueno se necesita poca concentración de antígeno para que funcione”, señaló.
“En las vacunas antiguas, el adyuvante era de mercurio, ahora es de dióxido de aluminio. Las vacunas bacanes son de QS21 que es una de las saponinas del Quillay”, afirmó González, reforzando que se trata de “vacunas que no tienen metales”. El representante de Desert King aludió a que ya hay vacunas elaboradas en base a Quillay para combatir el dengue, la viruela y ahora se suma la del Covid-19, que además, de ser aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) en EEUU, ya se encuentra circulando en Europa y en India, y es parte del “Protocolo Covax, en que parte de la producción se va a zonas más pobres a bajo precio.
Eso sí, Andrés González advirtió que esta maravilla de nuestra naturaleza se encuentra en grave peligro. “Nuestro bosque esclerófilo se está muriendo. Está en un estrés hídrico brutal. Para salvarlo debe ser intervenido. Necesita ser podado para renovar su matriz floral”, puntualizó y añadió que han “hecho un peregrinar con las autoridades del gobierno anterior y de este” para activar un mecanismo de protección.
“Tenemos plantaciones de Quillay cerca de Los Ángeles, zona full pinos. Somos empresa chica, pero nuestros bosques están llenos de animalitos chilenos y los de al lado no tienen ninguno”, ejemplificó González.
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