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Lai destacó que estos resultados suponen un éxito por la "resistencia ante la influencia exterior", en referencia a las presiones de China para lograr la victoria de un candidato afín. Además suponen que "Taiwán seguirá en el lado de la democracia y no del autoritarismo", "que seguirá caminando con sus aliados democráticos", y que el país "continuará por el camino correcto, sin ir hacia atrás".

El nuevo mandatario se perfila así como sucesor de la presidenta saliente Tsai Ing Wen, también del Partido Progresista Democrático (PPD), considerada la formación más alejada de las posiciones de Pekín. 

Con esta victoria, el PPD logró un tercer mandato consecutivo de cuatro años al frente del país, un hito sin precedentes en la historia de Taiwán desde que comenzó a elegirse en comicios directos al jefe del Estado, en 1996.

Sin embargo, la victoria de Lai se ha visto ligeramente empañada porque su partido el PPD, no mantiene el control del Yuan Legislativo o Parlamento unicameral taiwanés.

"No hemos trabajado lo suficiente. Hemos de revisar con humildad la situación. Los resultados de las elecciones nos dicen que la gente espera un gobierno capaz y controles eficaces. Comprendemos este mensaje y lo respetamos", declaró Lai en su intervención.

Así, se ha comprometido a "estudiar en profundidad las opiniones políticas" de sus dos rivales y a "incorporarlas siempre y cuando se satisfaga la necesidad de desarrollo nacional". Lai aseguró que realizará los nombramientos "en función de las capacidades", sin atender a las siglas del partido al que pertenezcan los posibles candidatos.

Los dos principales rivales de Lai reconocieron ya su victoria, según informa la prensa taiwanesa. El candidato presidencial del Partido Nacionalista de China, el Kuomintang, Hou Yu Ih, compareció ante sus simpatizantes en la sede del partido y felicitó a Lai por su victoria.