A partir de 2006, “Wikileaks”, plataforma fundada por Julian Assange, comenzó a publicar documentos secretos que exponían diversas actividades ilegales en distintos países. Pero en 2010, se produce el momento de inflexión, cuando Wikileaks filtra varios documentos confidenciales estadounidenses, lo que le valió a Assange ser acusado de 18 delitos de espionaje e intrusión informática.
Tras solicitudes de extradición, el asilo otorgado por ecuador en Inglaterra y los cinco años que estuvo en la cárcel de su país, Assange se declaró culpable de uno de sus cargos, siendo dejado en libertad por Estados Unidos.
En conversación con Mirna Schindler para el programa Sin Pretexto, la experta en Libertad de Expresión y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Claudia Lagos, apuntó a la importancia del caso y señaló que "el reconocimiento que hace Assange de acceder a información reservada, pese al interés público, podrá ser considerado un acto constitutivo de espionaje, y por ende ser perseguido por la justicia estadounidense. Eso es lo más preocupante para el ejercicio del periodismo a través de filtración de documentos".
Sin embargo, según la periodista, eso no ha quedado en evidencia. “Por lo casos que se filtraron no hay gente que ha sido sancionada, eso primero, lo segundo es que las fuentes que ahí estaban supuestamente comprometidas tampoco han sido perjudicadas. El tema es el conflicto de interés que pone en evidencia, nos pone en conocimiento de documentos y cuestiona lo que se hace con esos documentos”, precisó.
Respecto a la libertad de expresión comprometida por los documentos filtrados por Assange, la experta es cauta. “Más allá de este caso en particular, los consensos mundiales en materia de libertad de expresión y sus márgenes son: La Seguridad Nacional, la Seguridad del Estado, la protección de los niños y niñas, y finalmente la salud pública. Ese es el marco general que ha sido ratificado por Chile”, añadió.
“Los criterios de qué publicar son claros, si hay personas inocentes involucradas, y éticamente si esa información filtrada tiene un propósito, si realmente eso ayuda a que las personas tomen mejores decisiones, son criterios muy amplios. Hay discrepancias que sin duda aún no se resuelven, pensando en los sitios web que publican todo. Existe una necesidad de curatoría que priorice y el rol del periodista en ese sentido es fundamental”, apuntó.
Al finalizar, se refirió a las formas de obtener los datos expuestos. “La discusión acá no es cómo fue obtenida esa información, sino los crímenes de lesa humanidad que deja en evidencia. El problema es que Wikileaks golpeó a instituciones como las Fuerzas Armadas, sobre todo pensando en los disparos desde un helicóptero registrados en un video”, consignó.
“Lo más rico para el ejercicio del periodismo son los estándares éticos que plantea. Poder defender por qué se publica lo que se publica, son preguntas que se renuevan según el caso a caso. Los límites son discutibles por cierto”, concluyó.
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