Un pan espacial que no suelte migas. Ese es el reto que tiene por delante Hope Hersh, joven investigadora de la Universidad de Florida quien busca que los astronautas tengan la posibilidad de saborear pan recién salido del horno y así poder darse "un gusto de su hogar en la Tierra".
El "pan del espacio" que tiene entre manos esta joven investigadora, de 27 años y estudiante de doctorado en la universidad floridana, quiere sumarse al menú al que actualmente acceden los astronautas mientras se hallan en viajes de exploración espacial, que incluye por ejemplo tortillas, pero en el que es raro que figuren crujientes barras de pan.
Y es que donde la gravedad hace que las migas queden en la mesa o en el suelo, en el caso del espacio los restos de pan quedan flotando, con el consecuente riesgo de que acaben incrustados en los equipos de la nave y propicien desperfectos en medio de un viaje.
"Hacer un pan que no deje migas será un gran paso", dijo a Efe Hersh, quien se mostró confiada en el éxito de su proyecto, uno de los 18 en Estados Unidos seleccionados por la NASA y la Agencia Espacial Canadiense en la convocatoria Deep Space Food Challenge.
La joven investigadora ha recibido un fondo de 25.000 dólares para continuar desarrollando una tecnología que permitirá degustar con vista a las estrellas pan humeante y nutritivo, un proyecto cuya piedra angular es una "bolsa de plástico" que en el futuro puede expandir sus posibilidades a otros productos de bollería.
LA BOLSA DE PAN
El elemento clave en este proyecto es lo que Hersh llama una "bolsa especial multipropósito" hecha de etileno propileno fluorado (FEP, por sus siglas en inglés), que se usa en los procesos de donación de sangre, ya que permite la entrada de oxígeno con el cual la sangre se mantiene "viva".
En el caso de las bolsas del pan espacial, resistentes a temperaturas extremas, su interior contendría los ingredientes secos y serían empaquetadas en la Tierra.
Una vez en el espacio, los astronautas inyectarían agua a la harina de trigo, la levadura y la sal, amasarían los ingredientes y dejarían la mezcla preparada, para que al día siguiente solo tengan que ponerlo al horno o a cualquier fuente de energía que haya en las naves espaciales.
"Para la hora del almuerzo tendrías rodajas de pan fresco", señaló Hersh.
La joven es consciente de que la comida fresca es un bien escaso más allá de la órbita terrestre, uno de los tantos aspectos que ha aprendido a raíz de este proyecto en el que ha invertido no poco en investigar y educarse sobre "cómo funcionan las cosas en el espacio" y cómo simplificar la vida de los astronautas.
"Los astronautas tienen un horario ocupado, cada minuto está pautado por la NASA, así que quieres algo simple y que no los ocupe", aseveró.
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