La tasa global de fecundidad en América Latina y el Caribe cayó a 1,8 hijos por mujer en 2024, el nivel más bajo registrado en la historia y por debajo del umbral necesario para mantener estable la población. Así lo advierte un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), presentado este miércoles.
Según el estudio Observatorio Demográfico 2025 – América Latina y el Caribe ante la baja fecundidad: tendencias y dinámicas, tres de cada cuatro países de la región ya están por debajo del nivel de reemplazo poblacional (2,1 hijos por mujer) desde 2015, lo que marca una transformación demográfica profunda y sostenida.
El documento elaborado por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) señala que este cambio responde a múltiples factores sociales y culturales, entre ellos la mayor educación y participación laboral femenina, el acceso a métodos anticonceptivos modernos y la disminución del embarazo adolescente, que cayó un 38,8 % en la última década.
“La caída de la fecundidad responde a una combinación de factores, como la ampliación del acceso a la educación, el progreso hacia la igualdad de género y la regulación de la maternidad”, detalla el informe.
La edad media de la maternidad también ha cambiado. Si en 1950 las mujeres tenían su primer hijo en promedio a los 29 años, en 2010 esa edad bajó a 26,9 años. Desde entonces, la tendencia se ha revertido lentamente, alcanzando los 27,6 años en 2024, reflejando un aplazamiento de la maternidad asociado a proyectos personales y laborales más extensos.
La Cepal advierte que América Latina atraviesa una fase avanzada de transformación demográfica, con una fecundidad cada vez más baja y una reorganización de los calendarios reproductivos en un periodo relativamente corto, si se compara con otras regiones del mundo.
El informe también subraya que las desigualdades sociales continúan marcando diferencias en el comportamiento reproductivo.
En los sectores de menores ingresos, la cantidad de hijos que las mujeres tienen supera el número ideal que declaran desear, mientras que en los sectores de mayores ingresos ocurre lo contrario: tienen menos hijos de los que quisieran.
“Esto refleja brechas en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, así como en la conciliación entre la vida productiva y familiar, el acceso a la vivienda y los servicios de cuidado”, concluye el documento.
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