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Trabajo invisible: Estudio revela que mujeres trabajan más horas, pero reciben solo un tercio de los ingresos

“Este problema histórico ha generado una sobrecarga física y mental en las mujeres y, en muchos hogares, también en niñas”, sostiene Débora Jana, de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad de la Universidad de Santiago de Chile.

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  • Fabián Escobar

  • Miércoles 10 de diciembre de 2025 - 16:41

Un nuevo informe del Laboratorio Mundial de la Desigualdad (WIL) volvió a evidenciar la profunda brecha de género que persiste a nivel global, y también en Chile, en materia laboral y de distribución del tiempo.

Según el Informe sobre la Desigualdad Global, publicado este miércoles, las mujeres perciben en promedio solo un 61% de la remuneración por hora que reciben los hombres en el trabajo formal. Sin embargo, al incorporar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, ese porcentaje se reduce drásticamente a un 32 %.

El estudio subraya que las mujeres no solo ganan menos, sino que además trabajan más horas en total. Al considerar las labores domésticas y de cuidado, ellas trabajan en promedio 53 horas semanales, frente a 43 horas de los hombres. Esta sobrecarga limita sus oportunidades en el mercado laboral, reduce el tiempo disponible para la formación profesional y dificulta el avance en sus trayectorias laborales.

“Son los hombres quienes se han beneficiado mayormente de la reducción del tiempo de trabajo, lo que demuestra que los avances en esta materia no se han traducido automáticamente en una mayor paridad de género”, plantea el informe. A ello se suma que, aunque en las últimas décadas se han registrado avances significativos en la escolarización femenina, con niveles de participación similares entre mujeres y hombres en educación secundaria, estas mejoras no se reflejan de la misma forma en el mundo del trabajo.

De hecho, a nivel global las mujeres representan solo el 39% de las horas trabajadas en empleos remunerados, pese a que realizan el 55% del total de horas de trabajo, si se consideran todas las actividades productivas y reproductivas. Además, los ingresos de las mujeres con empleo alcanzan apenas el 71% de los ingresos de los hombres en iguales condiciones.

El economista mexicano Ricardo Gómez Carrera, autor principal del informe, explicó que en regiones como Latinoamérica, Norteamérica y Europa la brecha de género se ha reducido, pero solo al considerar el trabajo remunerado. “En el mejor de los casos, las mujeres perciben hasta el 40% de los ingresos. Estamos lejos de la paridad”, advirtió.

LA REALIDAD CHILENA: CUIDADOS INVISIBLES Y ALTO COSTO ECONÓMICO

En Chile, el panorama descrito por el WIL se replica con fuerza. Un estudio del Ministerio de Hacienda y Comunidad Mujer estableció que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado equivale al 19,2% del PIB Ampliado del país (2023), convirtiéndose en el mayor sector económico de Chile. De ese total, el 65,2% del aporte corresponde a las mujeres, lo que equivale al 12,5% del PIB Ampliado.

En términos de tiempo, las mujeres destinan en promedio 5 horas y 3 minutos diarios a trabajos domésticos y de cuidado, mientras que los hombres dedican 2 horas y 53 minutos, generándose una brecha de 2 horas y 10 minutos diarias. Además, el trabajo no remunerado tiene una cobertura casi total: el 97,2% de las personas mayores de 15 años realiza algún tipo de labor doméstica o de cuidados.

El valor económico total estimado de estas tareas asciende a $66.857 mil millones de pesos, de los cuales $43.577 mil millones corresponden al trabajo realizado por mujeres.

PROBLEMA HISTÓRICO

Para la socióloga Débora Jana, de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad de la Universidad de Santiago de Chile, estas cifras reflejan una paradoja que se arrastra desde hace décadas. “La inserción masiva de las mujeres al mercado laboral, que ocurre con fuerza desde los años 80, no fue acompañada por una nueva organización social de los cuidados ni por una redistribución justa del trabajo que sostiene la vida cotidiana”, señala.

La experta advierte que, pese a los cambios culturales y las demandas por igualdad, persiste un imaginario que atribuye a las mujeres “supuestas capacidades naturales” para cuidar, reforzando la idea de que esta es su principal responsabilidad. “Este problema histórico ha generado una sobrecarga física y mental en las mujeres y, en muchos hogares, también en niñas que asumen tareas domésticas para compensar las exigencias laborales de las personas adultas”, explica.

La académica agrega que la doble e incluso triple jornada tiene efectos concretos en las trayectorias laborales femeninas, como la salida del mercado del trabajo femenino observado con fuerza en los años postpandemia, la interrupción de carreras profesionales y la pérdida de oportunidades para acceder a cargos de mayor responsabilidad y mejores ingresos.

Si bien reconoce avances en políticas públicas, Jana enfatiza que el principal desafío sigue siendo cultural. “Se requiere avanzar decididamente en la redefinición de roles históricamente asignados a mujeres y hombres, promover una redistribución real de las responsabilidades de cuidado y consolidar condiciones efectivas de conciliación en empresas e instituciones públicas”, concluye. Solo así, advierte, será posible evitar la reproducción de desigualdades que continúan limitando la autonomía y el bienestar de las mujeres en Chile.

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