“Es increíble lo que la gente quiere a La Batuta, es increíble lo que es, es realmente emocionante (…) Dentro de todo lo malo es una carga positiva de energía”, partió contando Hugo Liebner sobre las muestras de afecto de una comunidad no menor que ha sabido apreciar lo que sucede al interior del local de Jorge Washington 52. Hace días atrás, cuando anunciaban que se acercaba el fin, el público y artistas reaccionaron, e incluso Ana Tijoux ofreció un show solidario para apoyar el repunte. Pero para el dueño y productor, la organización va primero, aún en estos momentos: “siempre nos hemos caracterizado por hacer un producto serio, atractivo. Es primera vez que decimos que necesitamos ayuda”.
El empresario comentó en Radio Usach sobre las recursos consumidos durante 2020, año en el que estuvieron mayormente cerrados: “Nos asignaron un Fogape, que se fue en el pagos de imposiciones, servicios básicos. No hemos desvinculado a ninguno de los trabajadores, están todos con su pensión laboral”, pero ahorros, créditos y bienes vendidos para inyectar en el proyecto, no han sido suficientes. “El hoyo es grande y no hay ninguna ayuda real”. Hasta hoy mantienen una deuda de electricidad, calculada por defecto según el consumo de 2019, y a propósito del anuncio sobre un nuevo bono a la clase media, Liebner aseguró que todo se irá a La Batuta, al igual que “toda mi energía mental y física, que ya están bastante deterioradas, se va hacia la empresa, al final uno dice ¿vale la pena, estar con medicamentos para la ansiedad, etc.? porque nadie sabe qué va a pasar mañana tampoco”.
El delivery ha sido un salvavidas, pero no da lo suficiente como para cumplir con todos los pagos, sumado a algunos errores de desconocimiento, han además perdido recursos: “Cuando abrimos en noviembre pensé que con mi patente de bar podía vender comida rápida. Y llegó la seremi de salud y me botaron la comida. Fue muy fuerte para mí ver eso”. Por ello, las maneras que hoy piensan en seguir sosteniendo es ayudas directas que vinieron de la misma gente, una veta social con “almuerzos solidarios, que lo hemos estado conversando para que sea algo bueno, no una miseria ni por tratar de cumplir”, también de modo de retribuir el cariño de los vecinos del sector, y por último con el proyecto de constituir la Fundación La Batuta. “Es mi proyecto final de vida. Agrandarla de forma internacional, ayudar a niños con riesgo social, becarlos”, sostuvo.
El empresario señaló que a pesar de todo, no bajará los brazos: “Voy a luchar como sea para que no se cierre, porque La Batuta es más que un bar con música en vivo”.
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