Rusia anunció planes de crear nuevas bases militares en el mar Mediterráneo, la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el golfo Pérsico.
Esto, en el marco de la nueva doctrina naval aprobada por el presidente, Vladímir Putin, y que considera a EE.UU. como la mayor amenaza para su seguridad.
Moscú ve como el "principal riesgo" para su Armada la falta de suficientes bases fuera de sus fronteras que puedan recibir y abastecer a sus buques y realizar labores de reparación y mantenimiento técnico.
Además de garantizar la presencia permanente de la flota rusa en la base naval de Tartus, en Siria, Moscú quiere desarrollar centros de mantenimiento naval "en territorio de otros países de la región", lo que incluye a países africanos y de Oriente Medio.
Esas bases se abrirán también en países de la cuenca del Pacífico e Índico, y en el mar Rojo, con cuyos países Rusia intenta desde hace años forjar una cooperación estratégica como alternativa a sus tradicionales socios europeos, a los que está enfrentado por la campaña militar en Ucrania.
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