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Caldo de huesos: ¿Es un superalimento milagroso que ayuda a mejorar los problemas digestivos?

Tito Pizarro, experto en salud pública y nutrición de las poblaciones y académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Santiago conversó con Diario Usach para profundizar sobre sus beneficios.

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  • Belén Muñoz B.

  • Viernes 21 de noviembre de 2025 - 12:40

Hacer un caldo a base de caldo de huesos no es nada nuevo. Esta receta surge desde hace miles de años, con orígenes que se remontan a las primeras civilizaciones que cocinaban huesos para obtener valor nutritivo.

Aunque es una práctica ancestral que comenzó por la necesidad de aprovechar al máximo los recursos animales, y hay evidencia de su uso en culturas como la de los cazadores-recolectores, para muchos les recuerda la cocina de “la abuela”, esa comida de generaciones pasadas que vuelven a resurgir en la actualidad como un “superalimento”.

En Chile, como en otros lugares, su resurgimiento como tendencia alimentaria es un fenómeno más reciente gracias a su popularidad en las redes sociales, impulsado por la creencia en sus propiedades para la salud, como el aporte de colágeno y otros nutrientes.

El caldo, que es cocinado a fuego lento durante mucho tiempo y elaborado a partir de huesos de animales (vacuno, pollo, cerdo), ha sido la base de innumerables recetas chilenas, proporcionando sabor, colágeno y minerales a guisos, cazuelas y otras preparaciones caseras. Su consumo estaba implícito en la dieta diaria, pero en la actualidad se transformó en un "alimento de moda" tan popular que ya no solo se puede hacer en los hogares, sino que se vende en diversos supermercados.

Tito Pizarro, experto en salud pública y nutrición de las poblaciones y académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Santiago conversó con Diario Usach para profundizar sobre sus beneficios.

“Los caldos de hueso son parte de la cultura popular en distintas partes del mundo. Antes se decía que eran muy buenos para la salud, que mejoraban la inmunidad, las defensas, pero la verdad que hay pocos estudios que muestren cuán efectivos son los caldos de los preparados de hueso”, señaló.

El académico Usach acotó que, a pesar de la falta de comprobación científica, sí existen algunos estudios que han demostrado claridad en torno a que tienen efectos positivos en el tracto gastrointestinal.

“Donde más evidencia hay en el tracto gastrointestinal, en personas que tienen ciertas disfunciones del intestino, estas diarreas medias crónicas. Pareciera que consumir caldo de hueso ayuda a mejorar la flora intestinal, a que tenga mejor función el intestino y que tengan una mejor calidad de vida las personas que tienen dificultades en el tracto gastrointestinal”, comentó.

Pizarro es enfático en establecer que no se trata de un producto milagroso. “Pareciera que en algunos grupos de personas puede ayudar, pero no es un alimento súper poderoso que va a cambiar la salud de la población y que va a aumentar todas las defensas y que va a hacer que tenga efectos tan significativos”, complementó.

Es por esta razón que, para el experto en salud pública es importante que la gente no se deje llevar por estos mensajes que venden este tipo de alimentación como la salvación para todos sus males. “Se le aplican muchas propiedades, pero la verdad es que sin lugar a duda una alimentación balanceada con frutas, con verduras, con legumbres, con productos más naturales, sí han demostrado muchas más respuestas desde el punto de vista de la salud. Entonces hay que tener cuidado con eso”, señaló.

¿Es bueno consumir el caldo de hueso? Para el profesional sin dudas es positivo, pero lo más importante es tener una dieta equilibrada y balanceada. “Sí es efectivo que puede ayudar en ciertas personas, ya que en algunos grupos, en algunos pacientes, hay un relato de que el consumo de caldo de hueso pareciera tener cierto efecto positivo y, por ende, uno podría recomendarlo, pero mucho más interesante es promover una alimentación basada en las guías alimentarias para la población chilena, guías que plantean el uso de frutas, verduras, legumbres, pescados, productos lácteos, además de evitar alimentos muy procesados. Buscar siempre una alimentación más natural y más en familia, en comunión, más compartir la alimentación”.

 

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