Artistas como los maestros italianos del Renacimiento podrían haber añadido proteínas a sus pinturas al óleo, por ejemplo yema de huevo, para evitar problemas de humedad, arrugas superficiales y amarilleamiento, según un estudio que publica Nature Communications.
En obras de Sandro Botticelli, Leonardo da Vinci, del alemán Alberto Durero o del holandés del barroco Rembrandt, entre muchos otros, se ha detectado el uso de proteínas pero se desconocía el motivo ni los efectos de ese añadido al proceso pictórico.
Un equipo de investigadores alemanes e italianos realizó un estudio sobre el efecto de la adición de materiales proteínicos a las pinturas al óleo, en este caso usaron solo yema de huevo, para mejorar la comprensión de por qué estos artistas lo hacían.
La pintura al óleo “parece ser algo más que pintar con pinturas al óleo: la adición de proteínas podría haber servido para modificar las propiedades de las pinturas al óleo de forma beneficiosa, permitiendo un manejo más sofisticado de la pintura”, señala el estudio.
La yema de huevo fue usada para la investigación en combinación con dos pigmentos para evaluar cómo se pueden utilizar diferentes reparticiones del aglutinante proteínico para controlar la cinética de secado y la química de las pinturas al óleo.
Investigaron las pinturas al óleo elaboradas con pigmentos recubiertos de proteínas y las pinturas al óleo con una pequeña cantidad de yema de huevo añadida para comprender mejor sus técnicas y la evolución histórica del arte.
Entre los efectos de la yema de huevo, se vio que la absorción de agua de los ambientes húmedos podía suprimirse cuando sus proteínas formaban una fina capa alrededor de las partículas de pigmento.
Se pueden conseguir pinturas rígidas que permitan un impasto pronunciado, pero también se puede suprimir el endurecimiento de la pintura debido a la absorción no deseada de humedad del ambiente, dependiendo de la distribución del aglutinante proteínico y de la microestructura coloidal de la pintura.
Los aglutinantes proteínicos “pueden ser aditivos importantes” e influir notablemente en el comportamiento de flujo de las pinturas, es decir, en su brochabilidad e impasto, y, por tanto, en el proceso inicial de pintado.
La yema de huevo también afecta al secado de las pinturas, es decir, “al complejo proceso de oxidación y reticulación química” y puede afectar a la estabilidad química y física de las pinturas envejecidas, reduciendo posiblemente la formación de arrugas y grietas.
Los antioxidantes de este alimento también ayudaron a evitar el amarilleamiento durante el secado al ralentizar la reacción entre el oxígeno y los componentes del aceite para reducir la formación de películas sólidas.
El estudio cita, entre otras obras “Lamentación ante Cristo muerto”, de Botticelli, en que algunos paños están pintados al temple mientras que para el primer plano de hierba y el fondo de piedra de la tumba usó óleos que contienen proteínas.
Los resultados de esta investigación pueden ayudar a la conservación y preservación de algunas obras de arte de maestros antiguos, según sus autores, del Instituto de Tecnología de Karlsruhe, del Instituto Doerner, ambos alemanes, y de la italiana Universidad de Pisa.
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