Los eventos de calor extremo, agravados por incendios forestales y la diseminación de polvo del desierto, están deteriorando fuertemente la calidad del aire en todo el mundo, con el consiguiente impacto negativo en la salud humana y la agricultura, según datos presentados hoy por expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
"El riesgo (para la salud) no solo proviene de las altas temperaturas, sino también de la contaminación que generalmente se subestima a pesar de sus efectos perniciosos", indica el boletín anual de la OMM que analiza la evolución de la calidad del aire y sus consecuencias.
Aunque los datos examinan sobre todo lo ocurrido en 2022, los expertos no han dudado en señalar que durante este verano en el hemisferio norte -que concluirá en breve- la situación ha sido "más extrema" que en el pasado por las altas temperaturas.
La OMM confirmó hoy que el planeta experimentó -entre los pasados junio y agosto- los tres meses consecutivos más calientes desde que existen registros.
En 2022, cientos de puntos en los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) monitorea la calidad del aire midieron niveles de exposición al ozono (un gas que cerca de la superficie terrestre tiene un impacto nocivo para la salud humana) que excedían el nivel máximo admitido.
El primer lugar donde esto ocurrió fue el suroeste de Europa, pero luego mediciones similares se hicieron en Europa central y posteriormente en el noroeste europeo, conforme la ola de calor se expandía y el polvo del desierto -en este caso del Sahara- llegaba al continente.
El científico de la OMM, Lorenzo Labrador, dijo en una conferencia de prensa que es demasiado pronto para predecir si la situación será todavía peor el próximo año "porque la interrelación y los procesos químicos que vinculan el cambio climático y la contaminación atmosférica no son lineales".
"Sería impropio decir que porque lo que hemos visto hasta ahora es tan grave es posible anticipar episodios peores de contaminación del aire, hay una probabilidad, pero no podemos asegurar que será así", aclaró.
En un análisis sobre lo que todo esto significa para América Latina, Labrador comentó a EFE que esta región tiene la ventaja de ser muy grande, muy verde y de una densidad de población relativamente baja, con centros urbanos que -en la mayoría de casos- no son megaciudades.
"Por lo tanto, instituir medidas de control de la calidad del aire, concretamente reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, no debería ser tan difícil. Sin duda, los controles de emisiones tendrían impactos positivos de forma casi inmediata", explicó.
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