Reconocida por la comunidad como un punto de encuentro de la cultura, el comercio y la vida social, la plaza de Puente Alto es uno de los lugares icónicos de la región Metropolitana, especialmente para los 600 mil vecinos y vecinas que habitan la comuna. Por lo mismo, muchos celebraron la remodelación que se anunció en mayo, donde se prometió mejorar las instalaciones de uso vecinal y la instalación de nuevas áreas verdes, todo con una inversión que superó los $300 millones.
Sin embargo, la reapertura del espacio público dejó con gusto a poco a las personas que a diario transitan por el lugar, precisamente por la falta de espacios verdes y la poca cantidad de árboles que tiene la “nueva plaza”.
“Antes uno podía venir a la plaza con los niños, sentarse en el pasto, tomarse un helado. Había un espacio para eso. Ahora todo es cemento, es un espacio más frío, incluso sacaron la pérgola que era uno de los puntos de encuentro de la plaza”, comentó Claudia Ortega, puentealtina que trabaja a pocas cuadras de la plaza.
Desde la municipalidad aseguraron que el proyecto se llevó a cabo de acuerdo a las principales ideas surgidas de la consulta ciudadana que se realizó en la comuna en agosto del año pasado, donde vecinas y vecinos pudieron expresar qué características querían para la plaza. Además, destacan la mejor iluminaria que muestra el espacio y la ampliación de los senderos de tránsito, lo que mejoraría la “sensación de seguridad”. Consultados sobre las áreas verdes, advierten que la baja cantidad de árboles tiene directa relación con la posición de la estación del Metro en el lugar, la que impide plantar más árboles.
“Posterior a la inauguración de la línea del Metro, se entrega una ´plaza dura´ por la estructura que tiene la estación que no permite tener más especie de árboles”, sostiene Leopoldo Pérez, de la Secretaría Comunal de Puente Alto.
ISLAS DE CALOR
El caso de la plaza de Puente Alto se suma a otra serie de espacios icónicos de la región Metropolitana, que tras una remodelación dejaron de lado el verde y lo cambiaron por el cemento. Los ejemplos más claros están en las nuevas versiones de la Plaza Egaña, la Plaza de Maipú, la Plaza de Armas y, por último, la remodelación del acceso a la estación del metro Baquedano que no mostró casi ningún árbol.
Este tipo de diseño, cada vez más común en la región Metropolitana, se conoce como “isla de calor”, ya que la ausencia de sombra en verano puede elevar las temperaturas a niveles peligrosos para las personas. Las plazas de cementos albergan estas islas, espacios donde la radiación solar es fuerte y el calor suele concentrarse en el concreto.
“Los espacios públicos, como las plazas, son lugares en donde se acumula una gran cantidad de temperatura por ser un espacio abierto. Si no tenemos protección que genere sombra, la superficie, sobre todo la superficie impermeable como el cemento, la baldosa y ese tipo de cosas, pueden llegar a alcanzar temperaturas que son muy superiores a lo que es la temperatura ambiente. Puede haber 30 grados, pero el suelo puede tener 50. Y se transforma en una verdadera estufa que irradia la temperatura y que la concentra, produciendo dentro de la ciudad estas pequeñas islas de calor”, comentó Rodrigo Martin, arquitecto y experto en urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido de la Universidad de Santiago de Chile.
Un estudio del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica de Chile confirmó un importante déficit en el acceso a áreas verdes entre los habitantes del Gran Santiago. La investigación estableció que sólo un tercio de los habitantes de la región Metropolitana accede a plazas que estén a menos de 400 metros de sus viviendas. Además, apenas el 5,7% de la población accede a 10 metros cuadrados de área verde por habitante, situación que podría empeorar con la nueva forma de construcción de plazas, muchas de ellas sobre estaciones de Metro, donde sencillamente no se pueden plantar árboles.
“Los árboles tienen un crecimiento lento, no solucionan el problema de un día para otro, pero si no se puede plantar sobre las estaciones de Metro, como en Plaza Egaña o Plaza de Puente Alto, ya que no tenemos un suelo que pueda albergar raíces de árboles, entonces hay que pensar otras estrategias como sombreaderos. Buscar telas, superficies que puedan generar sombra y maximizar también la ventilación para conseguir que sean espacios confortables, adecuados y además sanos”, sostiene Rodrigo Martin.
ARBOLADO URBANO
Uno de los proyectos urbanos más importantes que se desarrolla por estos meses en la región Metropolitana es el denominado “Nueva Alameda”. Los trabajos liderados por el Gobierno de Santiago buscan revitalizar el eje principal de la capital a través de iniciativas emblemáticas de infraestructura y mejoramiento, y donde los árboles también son parte del proyecto.
El programa regional de arbolado urbano “Brotar”, es parte de la agenda que busca adaptar la ciudad de Santiago a los futuros escenarios de altas temperaturas, mejorando la calidad de vida de sus habitantes a través de todos los beneficios que entregan los árboles.
En este contexto, el Proyecto Nueva Alameda buscará mejorar la infraestructura y el espacio público del principal eje de la ciudad, incluyendo en su infraestructura verde.
La iniciativa contempla la plantación de 3 mil árboles para todo el eje Alameda, 20 km de plantación en ejes viales, capacitar a equipos municipales en poda y entregar programas de educación socioambiental a 4.500 niños, niñas y comunidades, beneficiando a más de 500 mil personas de la Región Metropolitana. Una de las primeras partes del proyecto se realizó en la Universidad de Santiago de Chile.
“Los árboles son nuestros grandes aliados en esta lucha contra el calor extremo y sus beneficios son múltiples: capturan el Co2 y material particulado, favorece los polinizadores, disminuyen la temperatura del entorno, otorgan sombra y atraen biodiversidad. Y lo que hemos hecho a través de esta nueva e innovadora plantación -hecha por los propios estudiantes de la Usach que vinieron a trabajar durante sus vacaciones-, es simular un bosque nativo de crecimiento acelerado, que en contextos específicos y a pequeña o mediana escala, permite acelerar enormemente los procesos de crecimiento de bosque diverso, que lo convierte en un ecosistema biodiverso, un núcleo de vida que invita a que lleguen a habitar diversas especies animales”, explicó el Gobernador Claudio Orrego.
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