La leche ha acompañado a las familias chilenas por generaciones. Según cifras oficiales, el consumo anual per cápita en el país bordea los 150 litros, una cifra que, si bien ha disminuido levemente en comparación con décadas anteriores, sigue siendo una de las más altas de América Latina. Su permanencia en la dieta cotidiana se explica por su versatilidad y su aporte nutricional: proteínas, calcio, fósforo, magnesio, vitaminas A, D y del complejo B, todos esenciales para el desarrollo y mantenimiento del organismo.
“Es un alimento central en la vida de los seres humanos. Consumir leche es salud, es crecimiento, es desarrollo. Aporta calcio, un nutriente central para el desarrollo óseo y muscular. En todo el curso de vida la leche es esencial”, sostuvo el doctor Tito Pizarro, académico de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física, el Deporte y la Salud (Eciades) de la Usach, en entrevista con 24 Horas.
Según el especialista, durante la infancia y adolescencia, la leche contribuye al crecimiento y fortalecimiento de huesos y dientes. En la edad adulta, ayuda a mantener la masa muscular y a prevenir enfermedades como la osteoporosis, mientras que en la tercera edad se convierte en una aliada clave para conservar la densidad ósea y evitar fracturas.
“La lactancia materna es fundamental en el desarrollo de los niños y niñas y se debe incentivar. Pero después el crecimiento se hace más lento y ahí el calcio sirve, junto con el ejercicio, para mantener una buena estructura musculo esquelética. Ayuda a prevenir a futuro, cuando somos adultos mayores, una fractura de cadera que puede ser muy dañina para la salud. En la edad adulta también es importante el calcio, las proteínas de la leche, pero como un efecto preventivo”, comentó el experto.
No obstante, uno de los debates más comunes en torno a su consumo gira en torno a sus distintas versiones: entera, semidescremada y descremada. La principal diferencia radica en el contenido de grasa. La leche entera contiene cerca de un 3% de grasa, mientras que la descremada reduce ese porcentaje casi a cero.
“Las leches enteras tienen más grasas, son más cremosas. El semis y descremadas son más desabridas y suelen gustarles menos a las personas. La diferencia es que la entera tiene más colorías, entonces si tengo problemitas de sobrepeso hay que preferir alimentos más bien descremados”, sostiene el experto, quien asegura que, en cualquiera de sus versiones, la leche es un excelente aporte nutricional.
“Es un mito que la descremada sea más ‘poderosa’ y que la entera puede producir muchas enfermedades”, comentó.
¿Y la leche en polvo? Para Pizarro, "esta leche no pierde nutrientes porque incluso se le pueden agregar más productos". "Todas las leches son buenas y las chilenas son de muy buena calidad", sentenció.
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