La primavera llega con una explosión de vida, color y energía. Es el momento en que los jardines se reactivan, los balcones florecen y las plantas de interior parecen despertar después del letargo invernal. Sin embargo, esta estación también impone nuevos desafíos: los cambios de temperatura, el incremento de las horas de luz y las variaciones en la humedad del suelo pueden afectar directamente el desarrollo de las especies, sobre todo de las ornamentales y de interior.
“Durante la primavera aumenta el crecimiento de las plantas, por una combinación de factores como el incremento de la luz y de la temperatura ambiental”, explica Madelaine Quiroz, académica del Departamento de Gestión Agraria de la Universidad de Santiago de Chile. Pero advierte que esta misma vitalidad exige atención redoblada: “Los días más largos y el aumento de la intensidad de la luz hacen que las plantas necesiten absorber más nutrientes y agua”.

MÁS LUZ, MÁS CRECIMIENTO (Y MÁS DEMANDA)
El aumento de horas de luz estimula el crecimiento vegetativo, es decir, el desarrollo de hojas y tallos. Sin embargo, no todas las especies reaccionan igual. “Las plantas con hojas verdes requieren menos luz que las plantas con hojas variegadas, porque estas últimas tienen áreas sin clorofila, el pigmento esencial para la fotosíntesis”, detalla Quiroz.
Por eso, antes de cambiar una maceta de lugar o aumentar la exposición solar, conviene conocer bien la especie y sus requerimientos: una planta de clima templado como el rododendro no responderá igual que un cactus o una suculenta.
En primavera, los días cálidos pueden alternar con noches frías o incluso heladas tardías. Este contraste puede ser fatal para algunas plantas ornamentales. “Si la planta está al interior de la vivienda no debería haber gran estrés, pero si está al aire libre, una baja brusca de temperatura puede dañar los puntos de crecimiento y afectar su desarrollo”, advierte la académica.
En casos más extremos, la planta puede marchitarse por completo o necesitar varias semanas para volver a brotar.
Para las especies más sensibles al frío, Quiroz recomienda actuar con previsión: “Si se trata de plantas en macetas, lo ideal es moverlas a un lugar techado o más resguardado. En el caso de las que están plantadas directamente en el suelo, se pueden cubrir con mallas antiheladas para reducir el impacto del frío”.

ERRORES COMUNES: LUZ, UBICACIÓN Y RIEGO
En esta época, es frecuente cometer errores al ajustar la ubicación o el riego. “Un error habitual es dejar a la intemperie plantas sensibles a las heladas o colocar al sol directo una planta que necesita sombra o semisombra”, comenta Quiroz.
También advierte sobre el exceso o la falta de agua: “Regar en exceso plantas con bajo requerimiento hídrico, como cactus o bulbosas, puede provocar pudrición. En cambio, el césped, que necesita más agua, se ve afectado si no se riega lo suficiente, secándose o disminuyendo su crecimiento”.
La clave, insiste la académica, está en conocer las necesidades específicas de cada especie. “No todas las plantas responden igual a la luz, al agua ni a las variaciones de temperatura. Observar sus cambios en esta época es fundamental para actuar a tiempo”, concluye.
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